Profesionales del cuerpo de bomberos ferrolano y del de Narón han sido desplegados durante las pasadas jornadas en los incendios que asolan Ourense y ahora también Lugo. Los operarios del parque de la ciudad naval, así como del de la localidad vecina, acudieron a las zonas afectadas por el fuego durante jornadas “que alcanzaron las cuarenta horas de trabajo sin descanso”.
Después de que llegase el aviso del Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi), este mismo lunes, una dotación mixta partía cara Quiroga. Llegaban durante el mediodía de ayer a sus localidades de origen, pero con una sensación agridulce, conscientes de que es muy probable que tengan que volver a salir.
“Desgraciadamente, no están todos los incendios extinguidos en Galicia. Sabemos que la situación es compleja y bueno, entre comillas, estamos con la mosca detrás de la oreja para que en cualquier momento nos vuelvan a requerir y tengamos que ir a colaborar, porque es que además hay otros servicios, otros medios como puede ser la UME o incluso los aéreos que, en un momento determinado, si la situación pasa a ser peor en otras comunidades autónomas se van a tener que ir. Galicia se va a quedar menos medios de los que tiene ahora, entonces, probablemente, vamos a tener que hacer alguna salida más, pero ojalá que no”, reflexionaba Enrique Suárez, jefe de los profesionales de Ferrol, a escasas horas de su regreso del municipio lucense anteriormente mencionado en el que las llamas ya se han cobrado más de 600 hectáreas.
Se han enfrentado a una situación “desoladora” en un año, sin duda, complicado. Primero, la colaboración en la DANA que afectó a las tierras valencianas, ahora, más cerca de casa. “Nos damos cuenta de que más allá de tu zona de cobertura, cuando sales un poco para fuera de la organización, es complicado. Es difícil llegar a trabajar con otros servicios porque, por desgracia, cada uno cuenta con sus propios medios, con su propia equipación, y entonces desconocemos muchas cosas de los compañeros”, a pesar de que es más necesario que nunca el trabajo en equipo, tal y como remarca el mando en el cuartel de Narón, David Esclusa que, quien estuvo en dotación que ayer se encontraba en Lugo.
“La gente está desbocada, está desolada, nerviosa, no duerme, y tienes que intervenir junto con ellos, y tú nos los puedes mandar a casa. No le puedes decir, como una intervención cotidiana aquí, que necesitas acotar o separar a la población”, explica Esclusa. Y es que hay zonas, remarca, en las que sus habitantes lo “han perdido todo”.
En este sentido, desde el departamento ferrolano aseguran que “hay que trabajar con ellos”. Suárez explica que el recibimiento era impactante. “Los vecinos nos recibían preparados con atuendos que sacaban de no sé dónde. Llevaban pañuelos en la boca y en la cabeza, gafas improvisadas... Veían un camión motobomba e inmediatamente se ponían a tu disposición de forma desesperada”. Coinciden en este punto los dos mandos, asegurando que “la entrega es total”, y poniendo en valor un “abastecimiento constante” durante sus jornadas de trabajo. Agua, comida y “todo lo que les queda”, exponen, y a pesar de que “ellos nos estarán eternamente agradecidos, nosotros también”.
Esta es una porción invisible de su desempeño, una en la que realmente tienen que centrar una gran parte de su atención. “Tienes que ponerte en su pellejo. Y es que nada más estás accediendo a Ourense ya lo ves. Te huele, ves ese humo, ves esos montes negros, y ya cuando te empiezas a acercar a esos núcleos de población, ves todas las casas. Me recordaba un poco el contraste con la DANA. En todas las viviendas había rastrillos, palas para achicar agua y aquí eran cubos de agua, botellas y ramas largas para hacer de batefuegos”, revive el naronés, que pone el foco en el factor humano porque “no le puedes decir a esta gente nada, tienes que estar con ellos al 100%”.
Desde Ferrol: Alberto Pérez Polo, Aureliano Bacelo Iglesias, Javier Paz Rodríguez, Miguel Cribeiro Galego, Manoel Tato Álvarez, Moisés García Fernández, José María Carnero Villar, Fernando Vilela Fonticoba, Roberto Pulzoni Cupeiro y Nelson Gómez García. Ismael García, Ivan Pérez, Ismael Veiga y Luis García, desde Narón.
Junto con Suárez y Esclusa, estos han sido los operarios movilizados, algunos en más de una ocasión. Las labores de coordinación pertinentes han sido “un foco personal”, puesto que, además de encontrarse en un momento en el que una parte importante de las plantillas está de vacaciones, “estamos en pleno mes de agosto, uno que ha venido con muy buen tiempo en la zona. Los bomberos que quedan tienen que hacer muchos refuerzos por festividades y eventos a los que tienes que sumar pedir que se vayan inmediatamente a luchar contra un fuego que desconoces y del que no sabes cuándo vas a volver, porque la situación que hay allí es tremenda”, comenta el de Ferrol.
Mientras esto se hace posible, gestionan que los parques queden operativos al completo, tanto con medios humanos como materiales. “Hay que intentar buscar un grupo de gente que no tenga guardias en los próximos días, para no tener que alterar mucho los turnos, y después gente que esté dispuesta en su tiempo libre”, tal y como sucedió con la primera incursión de los naroneses en Ourense.
En este sentido, aseguran que es “una situación muy estresante en la que hay que dar explicaciones y en la que tú, realmente, no puedes garantizar nada”.
Al llegar a las zonas afectadas, estos profesionales acudieron a puntos de encuentro, ya que “íbamos sin conocer el terreno”, pero no había tiempo para más. En dos horas, los equipos estaban protegiendo núcleos poblacionales, “yendo de pueblo en pueblo” en la provincia del sureste de Galicia, “protegiendo casas o animales, intentando que las llamas no llegasen a lugares específicos como antenas de radio y televisión. La verdad es que es una situación de riesgo muy alto porque, por lo menos en la zona norte, nunca habíamos visto algo como esto”, asegura Suárez.
La situación implicaba temperaturas muy altas en el parte meteorológico, viento y poca humedad, lo que provoca la creación de “pirocúmulos de humo”, nubes de humo inflamables que provocaban la creación de torbellinos de fuego, y “nosotros no estamos acostumbrados a situaciones tan agresivas y, por su puesto, menos aún cerca de las casas”.
Eso fue en Xinzo de Limia, donde también estaban los naroneses, que recuerdan el miedo porque cualquier foco pudiese volver a prender a causa de las grandes corrientes de aire que se cernían en torno a la localidad. “Teníamos que estar en todo momento, las 24 horas del día, cercando el perímetro con los coches”, explica Esclusa, porque allí “había ardido todo, había muchísimos focos y continuaban las altas temperaturas”.
El lunes, cuando su colaboración era necesaria en Lugo, no lo dudaron. Los municipios vecinos aunaron esfuerzos y, a pesar de que reconocen que “volvíamos cabizbajos”, aseguran que, una vez en el lugar, “te dan ganas de quedarte allí pero llega un punto en el que no eres necesario. Tienen que intervenir otros medios y nosotros tenemos que volver”.
Es más, Suárez recalca que se puso en contacto, asimismo, con los compañeros de Navantia, “y había un grupo preparado para integrarse en este relevo”. Se muestra crítico y reflexiona sobre las capacidades que requiere una situación como la vivida, y asevera que “Ferrolterra tiene distintos servicios de bomberos y yo creo que, la verdad, si fuéramos una unidad, seríamos un servicio muy importante. Tenemos que aprovechar esas circunstancias, sobre todo en una situación como es la actual en Galicia, en la que diferentes medios, más o menos pequeños, tenemos dificultades. Si nos unimos entre todos, podemos hacer un grupo muy potente para repartir un poco toda la carga de falta de personal, lo que ampliaría nuestras opciones para poder desplazarnos”, asegura contundente el jefe de la unidad de la ciudad naval.