Nuevos tratamientos inyectables de larga duración, actualmente en fase de desarrollo, podrían transformar el abordaje de la tuberculosis y facilitar su erradicación antes de 2030, como han manifestado los expertos que participan en Zaragoza en el encuentro del consorcio europeo ERA4TB, un proyecto que busca acelerar el acceso a terapias más eficaces y adaptadas a contextos vulnerables.
La tuberculosis continúa siendo una de las enfermedades infecciosas más letales del mundo, con más de 1,2 millones de muertes anuales, según la Organización Mundial de la Salud. Aunque su prevalencia ha disminuido en países como España, afecta especialmente a regiones con sistemas de salud frágiles como el sudeste asiático o el África subsahariana, lo que dificulta su control y tratamiento.
“La tuberculosis se trata hoy con entre cuatro y cinco fármacos durante periodos de seis meses a dos años. Eso complica mucho la adherencia de los pacientes”, ha señalado Alfonso Mendoza, investigador de la Universidad Carlos III de Madrid. En este contexto, una de las principales líneas de trabajo del consorcio son los inyectables de larga duración, similares a los utilizados ya con éxito en el VIH o la esquizofrenia.
Mendoza ha detallado que “hay al menos tres o cuatro compuestos en desarrollo que podrían utilizarse como inyectables para la tuberculosis”, entre ellos moléculas de la TB Alliance, la farmacéutica Janssen o la EPFL de Lausana.
Este tipo de tratamientos reducen costes y mejoran la adherencia y también resultan clave en entornos donde garantizar un seguimiento diario del paciente es inviable, ha dicho.
Junto a ellos, el consorcio ha desarrollado once nuevos medicamentos, lo que representa un avance significativo tras décadas sin novedades terapéuticas. “Llevamos casi 40 años sin nuevos tratamientos contra la tuberculosis y ahora tenemos un catálogo de once compuestos en marcha”, ha afirmado el coordinador del consorcio y catedrático del departamento de Bioingeniería de la Universidad Carlos III de Madrid, Juan José Vaquero.
No obstante, el desarrollo científico no garantiza por sí solo la erradicación de la enfermedad. “Una cosa es desarrollar los medicamentos y otra distribuirlos”, ha advertido Mendoza.
Vaquero ha alertado especialmente sobre las consecuencias de los recortes presupuestarios impulsados por la administración estadounidense de Donald Trump en la financiación global contra la tuberculosis.
“La falta de suministro en sistemas sanitarios frágiles no solo compromete el tratamiento, sino que favorece la aparición de cepas resistentes. Esto no es solo un problema de solidaridad internacional: en un mundo global, bacterias resistentes que hoy están en Indonesia, mañana pueden estar en Europa”, ha advertido el coordinador.
El médico del Hospital Universitario La Paz y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Antonio Carcas, ha subrayado también que “la tuberculosis multirresistente es una amenaza creciente”. Los expertos coinciden en que el objetivo internacional de erradicarla como amenaza para la salud pública antes de 2030 solo será posible si se mantiene una inversión sostenida y se apoya la investigación con estabilidad.
Zaragoza se ha consolidado como un referente en esta lucha con estas jornadas en las que participan universidades, centros de investigación y grandes farmacéuticas como GSK, además de entidades como la Fundación Bill y Melinda Gates o la TB Alliance.
El evento está organizado por el investigador Araid Santiago Ramón, quien ha presentado una tecnología aragonesa premiada internacionalmente que permite evaluar nuevos tratamientos sin necesidad de modelos animales.