Como madre primeriza de un pequeño trasto de casi 4 años, todas las medidas que se saquen a nivel conciliación siempre serán aplaudidas en mi casa y como una ya se conoce, les pido perdón anticipadamente por mi engorilamiento con el tema.
Mucho antes de ser madre, e incluso de planteármelo, yo ya era fan del club de malas madres de Laura Baena, en el que llevan años luchando para que se apruebe una Ley Estatal de Conciliación, una ley real. Y es que no deja de ser paradójico que se nos hable de los problemas de natalidad en este país, del qué será de las pensiones si no nacen niños ni hay gente que cotice pero por otro lado se nos pide que sigamos trabajando como si no tuviéramos hijos.
En el conjunto europeo, somos uno de los países con las bajas de paternidad y maternidad más breves. Tenemos a Finlandia, Islandia, Dinamarca, Suecia y Noruega con unos permisos retribuidos (cuidadín) de entre 392-480 días (16-13 meses).
Bueno, también hay buenas noticias ya que este julio se ampliaba el permiso por nacimiento de hijos, de 16 a 19 semanas, igual para ambos progenitores. Podría decir muchas cosas sobre el hecho de que se considere que el permiso ha de ser igual para un hombre que para una mujer que ha parido, pero creo que con meterme solo en el jardín de la conciliación y no en el del feminismo, ya tengo bastante. Cierto es que para las familias monoparentales, el permiso se duplica, pasando de 16 a 32 semanas y se aplica a todas las familias que hayan tenido niños a partir del 2 de agosto de 2024, por lo que tiene efecto retroactivo.
Hace unos meses, la Ministra Yolanda Díaz también proponía que las escuelas infantiles tuvieran un horario de 24 horas, en base a que hay familias que trabajan por la noche pero, sin pretender yo aquí ser la más lista de la clase, el razonamiento es simple como el mecanismo de un botijo. Ya hace años George Bush dijo que para evitar los incendios lo mejor era talar los bosques y hombre, en lo simple, razón tenía, pero igual era bueno ir un poquito más allá. Quizá la clave sea que las empresas se adapten a los horarios de las familias y no que los niños se tengan que adaptar al horario caótico y al mundo acelerado de los adultos. No sé, llámenme loca.
En cuanto a la conciliación, ¿ustedes saben que tenemos una ley al respecto? Pues sí, tenemos una Ley de conciliación del año 99, ahí es nada. En el 99, que ni se hablaba de la igualdad, los techos de cristal ni la violencia de género. Es cierto que se ha modificado, así como sutilmente, por la Ley de Igualdad del año 2007 y el Real Decreto 5/2023 de conciliación, que es realmente el que ha traído algo de chicha.
En concreto, este Real Decreto del 2023 recogía como derecho laboral el poder optar a medidas de conciliación, como la reducción de jornada, que manda narices que se haya reconocido hace 2 años , que tampoco es un derecho gratuito, ya que si solicitas la reducción de jornada por conciliación evidentemente el salario se ve alterado. También se ampliaban permisos por fallecimiento, enfermedad y por lactancia, pudiendo en este caso acumular las horas.
El problema es el que comentaba anteriormente, se habla de medidas para fomento de la natalidad pero no se dan opciones a las familias para que puedan disfrutar de sus hijos y atenderlos debidamente y esto se traduce en dos posibles escenarios: pérdida de oportunidades laborales para uno de los miembros de la familia o bien acudir, si se tiene, a los abuelos.
Y ya he dicho que no me quiero meter en el jardín del feminismo, pero cuando no hay abuelos de los que tirar, en el 87% de los casos la persona que se queda en casa atendiendo a los hijos y renuncia a sus aspiraciones profesionales, es la mujer.
A todo esto sumémosle que se ha aumentado la edad de jubilación y que la media de edad para tener hijos en España está en los 33-34 años, por lo que las familias que dispongan del apoyo de los abuelos, o bien estos no estén jubilados o, si lo están, será porque ya tienen cierta edad y quizá, lo de correr detrás de un terremoto, sea pedirles demasiado.