La comarca de Ferrolterra fue en su día un referente en cuanto a la acogida de niños procedentes del Sáhara Occidental durante los meses del verano. El programa “Vacacións en Paz” que impulsa la entidad Solidaridade Galega co Pobo Saharaui (Sogaps) vive sus horas más bajas desde que arrancó en el año 1991.
Se trata de una iniciativa a propuesta del gobierno de la República Árabe Saharaui Democrática. La acción se lleva a cabo gracias a la colaboración de la Xunta de Galicia y los diferentes Ayuntamientos gallegos.
En concellos como el de Narón y el de Ferrol la presencia de estos pequeños ha ido fluctuando en los últimos años pero con una clara tendencia a la baja en ambos municipios. En Narón en el año 2022 recibieron a ocho niños procedentes del desierto argelino, el año pasado fueron solo cuatro los que llegaron y este verano son tres los pequeños que disfrutarán de una estancia en la zona, aunque en 2015, por ejemplo, fueron también muy pocos, tres, los que participaron en el programa. En Ferrol, la llegada de estos pequeños saharauis sigue una tendencia similar, aunque con menos fluctuaciones y en línea descendente.
El año pasado, y pese a los esfuerzos realizados por el Ayuntamiento de la ciudad y el área de Política Social para mantener su respaldo a este programa, no se logró que se apuntaran más familias al margen de las cuatro que había anotadas desde el principio, pese al llamamiento que se realizó. La concejala Rosa Martínez Beceiro explicaba entonces que se había destinado una partida de 7.500 euros para poder traer a estos niños a Ferrol, una dotación que llegó a superar los 12.000 euros en alguna campaña pero que va mermando en consonancia con la caída de las familias acogedoras.
“Hace años era raro el concello de la zona en el que no veraneaban algunos de estos niños procedentes del campo de refugiados de Tinduf”, afirma Maite Martínez, delegada en la zona de Sogaps, quien manifestaba al respecto de esta tendencia a la baja en la acogida que han sido las propias familias las que han perdido el interés por colaborar. “Los niños siguen estando allí y siguen queriendo venir aquí. Es una experiencia maravillosa para todos ellos y, lo más importante, se contribuye a que se alejen por unos días de las altísimas temperaturas que viven en los campamentos en los que viven, pero por alguna razón cada vez son menos personas las que se animan a colaborar”.
Maite Martínez también recuerda a la ciudadanía que este programa es una forma de desagraviar lo que España hizo con la población del Sáhara, “que fueron abandonados a su suerte”. “Traer a estos niños que viven en tiendas de campaña en pleno desierto es lo mínimo que podemos hacer para compensar de algún modo ese daño”.
Manuel Romero, delegado también de Sogaps, recordaba que “llegamos a recibir a 88 niños”. Aunque asegura que con la crisis económica de 2008-2010 se notó una importante caída de familias interesadas en recibir a los saharauis. También recuerda que la pandemia no ayudó y al suspenderse el programa, muchos de los niños que repetían cada año dejaron de hacerlo y cuando se retomó “algunos de los que venían habían cumplido los 12 años” y las familias no quisieron vincularse con nuevos niños. Sobre este aspecto, Romero explicaba que es habitual que quien trae un niño pequeño de ocho años repita en siguientes ediciones hasta que cumpla la edad máxima fijada. Por su parte, Maite Martínez asegura que la gran mayoría de los Concellos mantienen o mantendrían el respaldo y que han sido las familias quienes han perdido el interés.
Lo cierto es que estos pequeños viven unas semanas alejados de los más de 50 grados del desierto, son sometidos a chequeos médicos a los que no tienen acceso y socializan y aprenden sobre la cultura gallega. l