La inauguración del último tramo que quedaba por abrir de las obras de humanización de la avenida de As Pías –FE-11– el pasado miércoles se convirtió en un momento de alegría para los representantes políticos que, de una u otra manera, han intervenido en un proceso que se ha demorado más de lo previsto, pero sobre todo para los vecinos y vecinas de cuatro barrios –Caranza, Ultramar, Recimil y San Xoán-Bertón– que hasta ahora estaban divididos por un “scalextric”.
Tras una inversión que, recordó el delegado del Gobierno, Pedro Blanco, ascendió finalmente a 11,5 millones, la ciudad cuenta, por lo tanto, con un “nuevo acceso” que ha recibido el visto bueno de la inmensa mayoría de la ciudadanía. Ha sido una espera larga –el primer anteproyecto tiene cerca de veinte años de antigüedad–, pero la opinión generalizada es que ha merecido la pena.
En las asociaciones de vecinos afectadas por las obras y por los cambios lo tienen claro y muestran su aprobación y contento con el resultado. Lo más destacable de la intervención, por encima de todo, es que ha permitido “coser” los barrios de Caranza, Recimil, Esteiro y Ultramar, y de estos con el resto de la zona urbana.
La presidenta de la asociación de vecinos de Caranza, Mapi Rodríguez Venancio, solo tiene palabras de alabanza hacia este nuevo proyecto. “En Caranza, después de estos dos años y medio en los que hubo algún momento caótico para todo el mundo y que nos obligó a adaptarnos a las consecuencias de tener una obra de esta envergadura y en la que, además hubo cambios sobre la marcha, viendo el proyecto ya terminado llegamos a la conclusión de que el resultado, sin duda, ha merecido la pena”, declara.
En esa línea, la representante vecinal considera que la actuación –la primera de estas características que acomete el Ministerio de Transportes con fondos NextGeneration– ha puesto al barrio y a Ferrol “en el mapa; creo que será una referencia a nivel nacional”.
Aunque se han manifestado algunas críticas y señalado pequeños detalles sobre el proyecto –la gravilla en algunos tramos o el exceso de semáforos–, Mapi Rodríguez Venancio argumenta que “nunca llueve a gusto de todo el mundo, pero lo que es indudable es que esta obra le ha dado el impulso que venía necesitando desde hacía ya tiempo; eso es indiscutible”, subraya.
En esa misma línea se posiciona Isabel Riveiro, presidenta de la asociación de vecinos del barrio de Recimil, que también se muestra muy “satisfecha” con el nuevo bulevar. “La gran mayoría de las personas con las que he hablado del tema, por no decir todas, están muy contentas con estas obras. El resultado salta a la vista”.
Natalia Ares, portavoz vecinal de Ultramar, uno de los barrios, con Caranza, más afectados por el desarrollo de los trabajos, no oculta que entre los residentes de la zona hay alegría porque “abriu o barrio ao resto da cidade”. Afirma que se percibe un contraste “visible” entre la situación anterior y la actual, definiendo esta nueva avenida como “algo moi positivo”.
No obstante, Ares es crítica con algún aspecto y, de hecho, la entidad tiene la intención de reclamar por ciertas imperfecciones y cabos sueltos. Menciona, en ese sentido, un firme que “non é firme de todo”, la ausencia de una marquesina para la parada del bus o la falta de regularización de las plazas de aparcamientos para minusválidos –a pesar de considerar la existencia de estas como un punto a favor–, así como ciertos remates en las baldosas. La presidenta vecinal recuerda los momentos más difíciles y cómo los vivió el barrio, pues, según ella, fue “unha obra que nos afectou durante moito tempo”, pero, a pesar de todos los retrasos y cortes de tráfico, a lo largo de su duración admite que “molestias pode haber en calquera obra, pero se o resultado é bo, por suposto que aceptamos”.
También optimista y feliz por el desenlace está Andrés Medín, presidente de la asociación de vecinos de San Xoán-Bertón, que afirma rotundamente que tanto él como el vecindario están “moi contentos e satisfeitos”. Define la obra como “unha marabilla” y alaba el resultado final, expresando su entusiasmo ante las mejoras que suponen para la ciudad, con especial énfasis en la “unión dos barrios e co centro da cidade”.
Medín le resta importancia a los retrasos e inconvenientes que pudieron dar estas labores, porque los entiende como parte inevitable de cualquier proceso de esta índole, y considera que la espera valió totalmente la pena “O pasado, pasado está. Agora xa pasamos o peor”, afirma, antes de destacar que “o que toca a partir deste momento é desfrutar da obra”, que ha generado un “nuevo” acceso a la urbe.