Menos mal que quedan escasos días para los comicios en Cataluña, lo que no significa que se vaya a formar inmediatamente un nuevo Gabinete dado que los pactos se atisban complejos. Pero, al menos, dejaremos de asistir, estupefactos, a esta lluvia de propuestas de modificaciones legislativas. Porque lo peor no es la carrera a ver cual de los socios: el PSOE o Podemos llega antes al registro del Congreso. Lo irritante es que en este mercado electoral (dado que el único objetivo es ganar votos en Cataluña) lo que se ofrece son bagatelas frente a lo realmente prioritario: la pandemia y la crisis económica.
Parece como si el vicepresidente Pablo Iglesias, al que tanto preocupa la calidad democrática del Estado español, no se hubiera enterado de que en estos días, precisamente, se están produciendo cifras de fallecimientos por Covid que no se daban desde abril. Que hemos llegado al terrible dato de tres millones de contagiados, muchos más que en Alemania que nos dobla la población. Que la llegada y administración de las vacunas sufre retrasos que hacen peligrar la recuperación. Además de los datos del paro, de destrucción de empresas, de caída del PIB, y de familias que hacen cola ante los bancos de alimentos. No. De esto que es lo verdaderamente prioritario no se habla. Las discusiones en Moncloa son sobre la reforma de la ley de los derechos de los transexuales, sobre la modificación de los artículos del Código Penal Referidos al delito de enaltecimiento del terrorismo, o de ultraje a la Corona. Resulta difícil que, en medio de la sensación de catástrofe social que atraviesa el país y la pesadumbre que afecta a las familias, puedan verse como prioritarios estos proyectos que con tanto ardor les lleva a pelearse.
Las deslealtades dentro del Consejo de Ministros, agudizadas por la la campaña catalana, son una asignatura pendiente que no se resolvió en la reunión de coordinación del pasado 27 de enero. Un batacazo de Podemos, como auguran las encuestas, podría mermar el ascendiente de Iglesias sobre Pedro Sánchez y llevar al PSOE a recolocar al socio díscolo en su sitio.
No obstante la supervivencia del propio Pablo Iglesias, que no de la formación que preside (¿se acuerda alguien de los “círculos” de la formación morada?), depende de su constante presencia en los medios haciendo valer las “conquistas” sociales a las que está obligando a unos socialistas remolones.
Pero que no se engañen ambos. Los españoles solo quieren ser vacunados con la celeridad prometida, que se inviertan con rigor los cuantiosos fondos europeos y que se recupere la maltrecha economía y mejoren los datos del paro. Esa es la única prioridad.