Que el futuro del Gobierno de la cuarta potencia de la UE dependa de un tal Koldo García, ex portero de, ejem, discoteca; de un delincuente confeso (bueno, llamémosle presunto), Víctor Gonzalo de Aldama, experto en trincar comisiones; y también de un prófugo de la justicia que quiso dar un golpe de estado y desapareció en un alarde de escapismo que ni Houdini, da una idea de la podredumbre moral que se ha adueñado de la política en nuestro país. Y da una idea de otras muchas cosas que no necesito enumerar: resultan demasiado obvias. Porque...
La semana concluye con nuevos audios protagonizados por el tal Koldo, desvelados quizá porque en ellos el mamporrero de Aldama (y de Ábalos, claro. Y de Santos Cerdán) revela que la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, no ejerció tráfico de influencias para el controvertido rescate de Air Europa. Algo, por cierto, desmentido luego por el tal Aldama en una entrevista periodística. Un lío que no nos merecemos, vaya. Ya vemos, en todo caso, que en Audiolandia las grabaciones las desvela una u otra parte de las dos Españas según convenga a uno u otro bando. Muy edificante todo para una ciudadanía bastante harta, me parece.
El curso político ha concluido con un estrepitoso suspenso general en moral, en ética y en estética. Ya he dicho muchas veces que lo de Begoña Gómez carece probablemente de una traducción penal, por mucho que se empeñe el juez Peinado, pero que revela una cierta podredumbre de usos y costumbres en demasiados campos, incluyendo el educativo: lo que nos faltaba era otro escándalo, y sí, pienso también en el académico de la señora Gómez, de falsificación de curriculum por parte de una diputada del PP, que al menos ha dimitido, no como otras y otros. Y, ya que hablamos de ello, está claro que también los ‘populares’ tienen sus inquietudes morales: ¿qué hacer ahora con el recién nombrado ‘ministro de economía en la sombra’, el señor Nadal, salpicado, aunque es verdad que lejanamente, por el ‘caso Montoro’?
Sospecho que Pedro Sánchez estará más interesado en hablar de Montoro que de su mujer en la rueda de prensa de fin de curso que tiene que ofrecer este lunes a los ávidos medios, a los que no les van a faltar preguntas que hacer sobre lo mucho ocurrido en estos meses. Veremos cuántas admite y a cuántas responde, más allá de reafirmarse en su voluntad de permanecer en el cargo, en La Moncloa y en la secretaría general del PSOE, ‘al menos’ hasta 2027, como ya les reiteró a los periodistas que le acompañaron en su viaje a Latinoamérica.
Lo que ocurre es que probablemente ni Pedro Sánchez sabe exactamente cuánta vida política le queda. Ahí están, ¡todavía!, el tal Koldo, y el tal Aldama, y el tal Ábalos, y un muestrario de audios y algún vídeo que parece que el presidente desconoce pese a sus esfuerzos por conocerlos. Alguna vez he titulado que la que iniciará presumiblemente la semana próxima será su última vacación oficial en La Mareta, o en Doñana, que parece que no le gusta tanto. Pero claro, Sánchez, repito, es imprevisible hasta para Sánchez, ¿verdad, Koldo?