Hay mil formas de recorrer la totalidad de la costa de Ferrolterra. La más conocida podría ser a través de sus grandes rutas de senderismo o por las carreteras que muchos transitan en moto o en bicicleta disfrutando de unas vistas sin igual.
Sin embargo, y conscientes de lo importante que es la hidratación durante los días de calor, son muchos los que hacen el verano más ameno y que conforman un itinerario que permite conocer todo el litoral de chiringuito en chiringuito.
Si uno se equipa adecuadamente y plantea su partida desde la ciudad naval, podrá disfrutar de uno de los establecimientos de “Ferrol de toda la vida” como es El Alpendre –conocido entre locales como “Pichu”– donde disfrutar de las grandes puestas de sol que ofrece el arenal de Doniños. Este establecimiento, además, ganó en el 2021 un Solete de la Guía Repsol que refuerza eso que todo vecino sabía.
Pero este no es el único negocio de hostelería que se deja disfrutar en esta playa, sino que, en el otro extremo, en Penencia, espera el Boa Onda, una propuesta que después de un cambio de imagen –el local está operativo desde 1983– ha apostado por una gastronomía que va más allá, consiguiendo formar “un proyecto con alma aliñado con los mejores profesionales”, tal y como se define el equipo, y que se estrenaron recientemente con Néboa, un alojamiento que promete ser “la respuesta, no importa cuál sea la pregunta”, y cuyas vistas, como mínimo, son más que privilegiadas si lo que se busca es disfrutar del salitre y el mar.
Costa Verde Bar & Lounge, por su parte, es el encargado de marinar a la perfección los días en San Xurxo con todo lo que el mallorquín Marco Parzani tiene en su carta –el empresario se hizo con este local a principios de este año–, a la que recientemente ha incorporado un horno de leña en el que se pueden disfrutar pizzas al puro estilo italiano.
Y si lo que uno busca es la perspectiva, la opción ideal podría ser Finca dos Mares, un establecimiento que permite una panorámica digna de postal de la playa de Santa Comba.
Una vez superada la urbe ferrolana, este trepidante recorrido continuará el municipio valdoviñés, que claro está, no se queda atrás a la hora de lucir paisaje.
El principal arenal del núcleo urbano sería, sin lugar a dudas, capaz de albergar una ruta propia, puesto que en las inmediaciones de su paseo se pueden encontrar casi una decena de establecimientos. El punto de partida sería A Frouxeira –compartiendo nombre con la playa–, que además de terraza en primera línea presume de comedor acristalado para los días de mar batido, al igual que A Saíña y el Mare Nostrum.
Con aires más desenfadados, transportando a los clientes a una playa del pacífico, está el Tótem Bar, una apuesta por el aire libre al 100%, con columpios y zona para fotos en la que capturar la instantánea perfecta de la puesta de sol. Además, optan por la música en directo de manera incondicional y todos los viernes el DJ sadurniñés Sebas Rdgz se encarga de la banda sonora, a lo que hay que sumar el sinfín de eventos que llenan su calendario estival, al igual que sus vecinos de La Piscina, una terraza más clásica pero que, sin duda, capta la esencia que se busca en las vacaciones de verano.
Pero si lo que interesa es la inmediatez, en ese caso el elegido podría ser el Clandestino, con un aparcamiento de lo más amplio, con acceso directo a un parque infantil y con la playa a tan solo un paso de distancia.
Y, si se sigue subiendo, las próximas paradas obligatorias están claras: Cedeira, Cariño y Ortigueira.
Los conciertos de O Chiringo llevan todo junio y julio –continuarán en agosto–, poniendo ritmo a las noches cedeiresas, pero no solo se ocupan de la jornada vespertina, sino que, además, endulzan (o salan, en función de los gustos personales) las mañanas con una carta especializada en desayunos.
Una vez realizado el almuerzo, y con una subida considerable hasta Cariño, el Chiringuito San Xiao ofrece una vistas que permiten no tener que elegir entre mar y montaña, puesto que su terraza enmarca en la punta Chan da Ola la ría de Ortigueira. De hecho, el municipio que le da nombre, esconde lugares imponentes como el conocido como el banco más bonito del mundo. En los acantilados también se pueden encontrar establecimientos como Los piratas de Loiba, con vistas infinitas al mar.
Si se vuelve a Ferrol como punto de partida y en esta ocasión se toma la dirección contraria, la primera parada obligada sería O Emigrante, un establecimiento en la fenesa playa de Almieiras donde brilla el producto de la ría, todo ello resguardado de las soleadas jornadas de verano gracias a una terraza cubierta –por parra y sombrillas–.
Desde aquí se podrían tomar dos rumbos. El primero de ellos conduciría a Ares y el otro a Pontedeume, pudiendo este itineario hacerse circular en el caso de que así se desee.
Por su parte, la villa aresana se podría, al igual que en Valdoviño, hacer una competición propia empezando por Chanteiro, donde Nardis Bar ha colado su terraza prácticamente encima del agua, haciendo de esta un privilegiado mirador, al igual que el propio establecimiento de la playa.
Además de los locales que se pueden encontrar a lo largo del paseo marítimo, en el Camping & Glamping Playa Raso cuentan con un espacio en el que ya ha acogido varios conciertos en lo que va de temporada de verano.
Cabanas se alza, asimismo, con un título honorífico, puesto que la playa de A Magdalena llegó a albergar más de 10 establecimientos en el propio arenal.
En Los Pinares continúan después de más de medio siglo de actividad, manteniendo esa esencia “de siempre”, compartida con El Amarillo. Por su parte, el Argentina Sunset Club también se suma a esta cualidad, pero añadiendo, quizá, un toque más informal para momentos de “tardeo”, tan de moda, del que también puede presumir su vecino.
Bajo el nombre Koa Beach Club, este es un espacio que aúna restaurante, zona “chill out”, y que se puede reservar para todo tipo de eventos que, sin duda, contarán con un telón de fondo que, como poco, será inolvidable.