Cuando la desgracia toca a la puerta de una familia o de un pueblo es un momento de prueba. Se prueba la fortaleza, la solidaridad, la empatía y hasta la compasión. La desgracia se convierte, en toda una oportunidad para sacar lo mejor de cada cual ,de cada familia, de cada pueblo, de cada país . Sin embargo en no pocas ocasiones, la oportunidad de actuar correctamente se desperdicia y da paso a rencillas estériles, a supuestas facturas sin cobrar* lamentable.
España está siendo pasto de terribles incendios que si no están haciendo más daño es gracias a la extraordinaria profesionalidad y entrega de los encargados de domesticar las llamas que actúan sin piedad. No tienen piedad con la tierra ni con los hombres y mujeres que ven, con infinito dolor, como buena parte de su biografía se ha convertido en cenizas. Ya no existe ese pueblo en el que jugaban de pequeños y al que siempre querían volver, ni esa casa, plagada de recuerdos, que ha sido devastada por un fuego que no entiende de sentimientos y recuerdos.
El panorama es desolador pero buena parte de la clase política, de manera especial el Gobierno de la Nación que para eso lo es. Su tarea no es volver a entrar en guerra de competencias, ni de hacer bromas impresentables en las redes. Tampoco se trata, o no solo se trata, de aportar medios materiales. Se trata de algo que es gratis como es una expresión institucional de apoyo no solo a las víctimas directas, que por supuesto, sino de apoyo a los presidentes autonómicos que ven cómo sus territorios, que son de todos, se han convertido, en gran medida, en cenizas.
Nuestro Presidente, que tiene pleno derecho a tomarse vacaciones, debería haber realizado una comparecencia institucional mostrando ese apoyo político a los responsables autonómicos, dejando para cuando las llamas dejen de ser una amenaza, las discrepancias o las críticas.
Ahora es el momento, como algunos otros, de la grandeza política y no de la trifulca barata, alejada del sufrimiento de los miles de damnificados que si bien necesitan ayuda económica, hubieran agradecido el calor, el abrazo que suponen las palabras bien dichas, las oportunas del momento. Pero no las ha habido, al menos con la claridad y cercanía que todos, damnificados y no, hubiéramos agradecido.
Si está ausencia de saber estar en política ocurre en la desgracia, no quiero ni pensar lo que será cuando las llamas se apaguen. Pero hay que estar preparados porque aunque no haya adelanto electoral oficial, en realidad estamos en campaña y cuando entremos en ella de manera más abierta, los tuits del ministro de Transportes, impropios de alguien que tiene un cargo institucional, nos van a parecer un cuento de niños. Solo es cuestión de tiempo.