El primer LP de Nüca, el proyecto del músico ferrolano Pablo Sáenz Carballeira, se llama “Slow missiles” y ya es una realidad en formato digital, con la posibilidad de adquirir en preorder el vinilo a través del bandcamp de Ferror Records. En cuanto las 150 copias del disco lleguen de fábrica, el próximo jueves 26, también se podrá solicitar directamente al artista en sus redes sociales (@nuca.tevengasabajo) o encontrarlo en dos veteranos locales ferrolanos, el café-bar Dover y la cervecería Papillon.
Nüca volvió al formato de electrónica en directo raíz de que le contactaran para incluir su tema “Deep Cumbia” en la multipremiada película francesa “La historia de Souleymane”, que precisamente se incluye como pista adicional en este disco. “Cambié de máquinas y lo que cogí fue una sampleadora, un ‘cacharrito’ con el que puedo meter sonidos ahí y reproducirlos a mi antojo”.
Como modus operandi inicial, “escuchaba grupos de mis colegas o productores musicales” a los que le solicitaba ciertos fragmentos que llamaban su atención. “Los metía en la sampleadora y a partir de ahí iba elaborando la estructura de un tema con los sonidos de mis amigos, era una forma curiosa, y cuando me di cuenta, ya tenía 6, 7 o 8 temas”, que se puso a grabar y a mezclar con su propio equipo. Por ejemplo, el tema que da nombre al disco, “Slow missiles”, se caracteriza por unos peculiares graves extraídos del sintetizador Lyra-8 del productor y compositor asturiano, asentado en Madrid, Alex Aller.
Aparte del sampler, que se encarga de las notas agudas, los directos de Nüca se valen de “un sintetizador de graves, en el que programo una secuencia y la dejo sonando” y una caja de ritmos, que se ocupa de la percusión. Sáenz sincroniza estos aparatos, conectados a una mesa en la que ecualiza, de manera que en sus actuaciones es como si estuviesen sonando tres instrumentos simultáneamente.
“Es un poco ecléctico, hay temas de todos los palos, pero intenté establecer una progresión”, explica el artífice. Las seis pistas principales varían desde lo suave a lo oscuro, jugando con los esquemas rítmicos según el lado del vinilo, de manera que “la cara B tiene más ritmos rotos, más ‘brakes’, es más innovador creo; sin embargo, la cara A es más 4x4, más discotequero y bailongo, a lo que estábamos acostumbrados con temas míos anteriores”.
El creador descifra algunos de los elementos predominantes en “Slow missiles”, como son el acid house, “música de club, 4x4 en cuanto a percusiones y con toquecillos melódicos”; los ‘breaks’, “esos ritmos rotos, sincopados, que se pueden ver, por ejemplo, en el último tema (‘Problems’)”; o el IDM, “Intelligent dance music, que me parece un nombre un poco pretencioso para definir un estilo de música”, se ríe, definiéndolo como un tipo de electrónica vinculada tanto con la pista de baile como con la música ambient, “que se caracteriza por llegar a estructuras, a sonidos y a líneas melódicas un poquito más elaboradas” de lo que suele ser habitual en el género.
El disco se ilustra en la portada con el proyecto artístico de Irene Sáenz, identificable con un estilo tan personal como innovador. Pablo Sáenz, su hermano, lo explica con una anécdota: “avisó a su compañera de piso y le dijo: mira, va a venir la policía a asegurar que unos productos químicos altamente tóxicos están encerrados con llave en un armario, no te asustes”.
Aunque empezó a hacer música en Compostela, el creador eligió su sello discográfico cuando este llevaba poco recorrido, con vistas a “intentar trabajar en la ciudad en la que nací, para dar una oferta más alternativa, enseñar estilos nuevos...”, además de haber sentido “la necesidad de apoyar la movida local y buscar un relevo”. A día de hoy, Pablo Sáenz se sorprende de la proyección alcanzada por Ferror Records, que son contactados de puntos de toda Galicia y algunos incluso del territorio estatal.
Recientemente, estas inquietudes le llevaron a asociarse con otros artistas locales en el recién nacido colectivo de Extrarradios, que surge con el fin de “dar cabida a la gente que quiera montar nuevos proyectos musicales, tanto a a nivel de programar bolos como ofrecer local de ensayo”, unas instalaciones que pretenden conseguir a medio plazo, recaudando fondos con eventos como el que tendrá lugar el 12 de julio en el centro cívico de Canido.
No obstante, destaca la incertidumbre que provocan las últimas noticias sobre la ordenanza de ruidos, que “supone un impedimento para este tipo de proyectos de música emergente”, ya que, aunque puede ser menos grave para quien ya está asentado en el sector, coarta la libertad de empezar a otros, dejando a la ciudad sin “cantera”.
En su última etapa como estudiante universitario en Compostela todavía tocaba el bajo en grupos como Vale!Gringo, de punk, o Wahyaba, de rock progresivo, pero ya se estaba dando cuenta de su predilección por la electrónica. Cuando conoció el proyecto vigués Pálida, que también se distingue por ofrecer este género en vivo, por primera vez en un festival en el bar Embora, supo hacia dónde dirigir su carrera.
Pablo Sáenz se formó de manera autodidacta, en un inicio con la ayuda de Carlos Brión, que ahora es bajista en Ghorxa, con quien empezó a ensayar y “de hecho, los primeros cacharros que tuve se los compré a él”, aparte de haberle dado ideas clave para aquellos primeros esquemas con los que empezó. Nüca sigue vivo y “constantemente estoy intentando rediseñar el proyecto”.