En el cine podrían encontrarse varios símiles que facilitarían la tarea de describir la problemática vecinal que envuelve a la manzana de la calle Magdalena que va desde Coruña a Concepción Arenal, pero quizás, tirando de retranca, se podría decir que valdría cualquiera dirigido por Álex de la Iglesia.
Hablar con inquilinos, comerciantes y hosteleros sobre la aprobación de la nueva ordenanza de ruidos destapa una realidad en la que unos y otros parece que únicamente están de acuerdo en una cosa: que su nombre no aparezca en este reportaje.
Enumeran inspecciones instigadas para buscar su perjuicio, chantajes, manipulaciones, vetos e incluso encontronazos violentos, un ambiente complicado para la convivencia en un lugar marcado por ser la zona de “marcha” por excelencia de Ferrol.
Cualquiera diría que, como destacó esta misma semana el alcalde José Manuel Rey Varela, después de que la Xunta de Goberno Local aprobase el documento —que irá al pleno ordinario de este mes—, desde el Concello buscaban un texto que velase por la convivencia “do dereito ao descanso e o dereito á diversión”.
Aseguró el regidor que habían tratado de encontrar “puntos de acordo, sempre hai que ser equilibrados, moderados; porque é importante seguir dinamizando, pero garantindo o benestar veciñal”. No obstante, parece que la balanza se inclinó finalmente del lado del sector más sensible con el ruido y, de paso, borró de un plumazo la celebración de los conciertos en la calle que ambientaban la ciudad en los jueves estivales.
Con todo, incluso desde ese sector, insisten en que “somos vecinos damnificados por la problemática acústica y las terrazas”. Considera este ferrolano que los sucesivos gobiernos “creen que las ciudades del futuro son para caminar tranquilos y contentos, pero no estamos en ‘los mundos de Yupi’ y son para vivirlas en el siglo XXI”, por eso aboga por una mayor permisividad a la circulación y limitaciones a las mesas en la calle: “Sobran el 60%”, asevera.
Espera que en el documento definitivo se hayan incorporado sus aportaciones, encaminadas a “puntualizar, porque estaba lleno de ambigüedades y da pie a interpretarlo como les da la gana”. Precisamente, es este el punto que más preocupa a Antón Salgado, pero a la inversa.
El gerente del Lusitania es también vecino de la calle, aunque no de esta manzana —de ahí que no tenga problema en identificarse, quizás— y traslada que “debe haber un equilibrio, con un marco flexible en fechas especiales o momentos concretos. Es imposible agradar a todos y ojalá la educación de cada uno fuese suficiente, pero cada vez hay menos respeto”.
Otra vecina, contenta con que le hayan puesto “coto” a “los hosteleros que se creen dueños de la calle”, pide ahora más presencia policial y sanciones porque, insiste, “lo único que les duele es el bolsillo; pero a mí me duele la cabeza de no poder dormir por las noches”.
Sin embargo, no todos los inquilinos de los pisos de esa manzana están disconformes con vivir en un lugar de tanto trajín nocturno: “Seré atípico, no te digo que no, pero me gusta la marcha”, comenta otro hombre, que reconoce haberse sentido algo intimidado por sus vecinos al insistirle para firmar un escrito de protesta por los ruidos.
“A mí estas prohibiciones me parecen totalmente excesivas, estoy en contra porque la ciudad necesita tener un poco de vidilla y la estamos matando. Que se respeten los horarios, por supuesto, pero el buen ambiente de los conciertos va a desaparecer y estamos matando a la ciudad”, reflexiona.
¿Y a usted no le molesta el ruido? “Vivo en pleno centro del meollo y lo tolero porque me parece que es una forma de darle vida a Ferrol. Creo que se está levantando mucha susceptabilidad... Independientemente de que haya gente mayor, por un día que haya un concierto hasta medianoche no va a pasar nada”.
Entre los hosteleros reina el hastío. Algunos participaron en las reuniones que promovió el Concello, pero otros ni siquiera se presentaron porque “total, van a poner lo que quieran”. Valoran poder contar con una ordenanza, pero se saben perjudicados por los “horarios inviables” y “requisitos incumplibles” que se recogen en ella de cara a llevar a cabo actividades de dinamización: “No se va a poder hacer nada”, anticipan, admitiendo que están “resignados” y denunciando una persecución derivada de las sucesivas demandas de algunos vecinos.
El texto de la ordenanza estuvo expuesto en la web municipal del 31 de marzo al 23 de abril de este año, recogiendo sugerencias y alegaciones. El pasado lunes recibió luz verde de la Xunta de Goberno y ahora, una vez dictaminado en la comisión de Urbanismo y Medio Ambiente, se llevará a pleno este mes de mayo para su aprobación inicial.
Ahí se abrirá un plazo de exposición pública para el que “esperamos participación, con máis actores implicados en estes temas importantes e tan complexos, para buscar acordos”, animó el regidor.