La histórica discoteca Velvet de Ferrol, cerrada en 2015 tras 37 años de actividad, será un garaje

Kiko Caamaño y Santi Rey, dos de los propietarios del mítico local de Ferrol, coinciden en que el ocio nocturno ha cambiado
La histórica discoteca Velvet de Ferrol, cerrada en 2015 tras 37 años de actividad, será un garaje
La discoteca Velvet con el frontal vallado para la construcción del aparcamiento | Juan Rey-Cabarcos

Resulta irónico hablar de redes sociales cuando se va a abordar un tema que se remonta ya no a años, sino a décadas antes de que se inventasen. Sin embargo, estas tecnologías que ya forman parte de nuestro día a día han tenido, con su democratización, una utilidad inesperada para todo aquel que quiera indagar en el pasado reciente: se han convertido en una suerte de hemeroteca de lo mundano, de la vida de las personas más allá de lo noticioso y, por tanto, una herramienta que llega a donde los archivos de prensa no pueden.


Es el caso de Facebook, que diez años después del cierre oficial de la discoteca Velvet, una de las más importantes de Ferrol y, sin duda, la más longeva, mantiene activo su perfil oficial. La página, escueta en contenido, conserva, además de una nostálgica colección de fotos de 2011, los últimos carteles de los eventos programados, incluido el de la fiesta de Fin de Año de 2014, la última que celebraría en su interior. Y es que menos de una semana más tarde, el 5 de enero de 2015, el establecimiento cerraba sus puertas definitivamente.


Desde entonces, el histórico local permaneció sin actividad, como atrapado en un eterno lunes, hasta que hace poco más de un año el frontal quedó bloqueado por vallas de obra. Siendo una discoteca con unos siete nombres diferentes a sus espaldas, los trabajos podrían llevar a pensar que se trataba de un “cambio de look”, pero no, como muchas otras historias en la ciudad naval, la del primigenio Walhalla acabará de una forma discreta y humilde: con la transformación del espacio en un garaje.


La decisión, si bien triste, parece la más “sensata” a ojos de Santiago Rey, uno de los dueños de la discoteca durante su época bajo el nombre de Zebra, puesto que, como explica, “llevaba mucho tiempo cerrada y antes había menos vecinos viviendo encima”. Teniendo en cuenta que hoy en día habría mucha más reticencia por parte de los residentes a una renovación, sumada a la escasez de plazas de aparcamiento en el centro, valora, dicha transformación se antoja coherente.


“Hay que entender también que hay muchos años detrás”, apunta el antiguo responsable, recordando que la primera licencia de actividad del establecimiento, cuando se llamaba Walhalla, es del año 1978. “Han pasado muchas generaciones por allí, me atrevería a decir que más de la mitad de la población de Ferrol, y creo que fue un poco un emblema durante ese tiempo”, relata.

 

Un poco de historia


Treinta y siete años de historia dan para mucho y, si bien la mayoría de las anécdotas se atesoran en la memoria de sus usuarios –quien suscribe estas líneas, por ejemplo, fue testigo frente a sus puertas de una espectacular patada voladora que erró su objetivo y terminó con quien la lanzó empotrado contra un coche–, son sus responsables quienes mejor pueden relatar su recorrido.


Es el caso de Kiko Caamaño, que comenzó su relación con la discoteca cuando era conocida como Ozono, en 1993, como relaciones públicas, puesto que también ejercería bajo la nomenclatura de El Túnel del Tiempo hasta que poco después entró ya como socio. “De aquella abría todos los días por las tardes porque en esa época había militares haciendo la ‘mili’ y podían llegar a Ferrol unas 4.000 personas con cada reemplazo”, detalla, explicando que de martes a jueves tenían un horario de 18.00 a 22.00 horas, coincidiendo con el tiempo libre de los marineros, mientras que el fin de semana ya se abría durante la noche –los sábados también había sesión de tarde para los menores de 18 años–. “Llenábamos todos los días, era una pasada”, rememora nostálgico, explicando que, como había “rotación cada dos meses”, el flujo de personas era constante.


Uno de los cambios de nombre más importantes tuvo lugar en 1996, cuando el establecimiento pasó a denominarse Zebra. “Fue algo muy bonito. Lo hicimos con Carlos Pardo y la inauguramos el día de los enamorados, el 14 de febrero. Gascón nos había hecho unos corazones de galleta que repartimos entre todos los que vinieron”, relata Santi Rey, que también recuerda ese período como “muy bueno” a nivel de actividad. “Empezamos primero solo con la parte de arriba, porque abajo seguía siendo El Recreo, pero con el paso de los meses, como la planta superior se llenaba siempre, al final lo acabamos uniendo”, apunta, recordando especialmente las fiestas de Fin de Año “con gente incluso que se quedaba fuera”.


El último cambio de denominación, Velvet, con el que recuperó una gran popularidad entre los nacidos a finales de los 80 y principios de los 90, se dio en el año 2009, como relata el mencionado espacio ya testimonial en la red social Facebook.

 

Un recuerdo trágico


Si algo marcó la historia del establecimiento, no obstante, fue el asesinato en el año 2006, concretamente el 9 de septiembre, del que fue su portero más conocido, Jesús Rivas López, Suso Pericas. Si bien el mundo de la noche tiene sus peligros inherentes, este crimen, que a día de hoy sigue sin resolverse, fue especialmente impactante para la población de Ferrol y emocionalmente devastador para sus compañeros de trabajo. Tal y como relata Caamaño, Rivas era una persona “noble” que “se había ganado el respeto” de todos los usuarios de la discoteca.


“Siempre que salía de la sesión, Suso bajaba en moto por la calle Coruña. Aquel día, en el cruce con María, lo estaba esperando alguien”, relata Kiko, apuntando que esa jornada no había tenido ningún conflicto con nadie ni se habían registrado incidentes. “El caso fue muy raro, porque fue un chaval al que vieron corriendo hasta Esteiro pero luego nunca lo encontraron”, señala, insistiendo en que el asalto no pudo deberse a algo que aconteciese esa misma noche, “ni la anterior, ni aquel fin de semana”. “A nosotros no nos afectó a nivel de seguridad, porque siempre seguimos la misma línea, pero sí en el plano personal, porque llevaba muchos años con nosotros y era el guardián de nuestra casa”, concluye.

 

Nuevos hábitos


Volviendo a la transformación en garaje del histórico establecimiento, tanto Rey como Caamaño coinciden en señalar que los espacios como Velvet cada vez cuentan con un menor atractivo entre las nuevas generaciones. El mundo de la noche ha cambiado y aunque se conservan viejas costumbres, como abarrotar la calle Magdalena tras la puesta de sol de los sábados, las preferencias de los diferentes grupos de edad se alejan ya demasiado del modelo de ocio nocturno de décadas anteriores.


“Antes salía muchísima más gente y lo hacían todos los días. Los jóvenes salían jueves, viernes y sábado, no perdonaban un día, pero los chavales de ahora si lo hacen es solo un día y no todos los fines de semana”, explica Kiko Caamaño, incidiendo en que las nuevas generaciones tienen una movilidad mayor, una capacidad más grande de visitar otras localidades, mientras que antes la tendencia era quedarse en Ferrol y salir de fiesta por la ciudad. “Ahora un chaval tiene 30 euros y se va a Málaga, se junta con otros cuatro y se alquilan un piso”, apunta, al tiempo que señala que quienes ya se acercan –o superan– la cuarentena optan ya “por el tardeo” para poder disfrutar también del domingo.


Santi Rey, por otro lado, cree que parte del cambio tiene que ver con los horarios. A su juicio, en épocas anteriores la gente se encontraba mucho más temprano, por lo que las discotecas eran la opción ideal para los últimos compases de la noche, cosa que ahora no se da, dado que los pubs cierran mucho más tarde. 

La histórica discoteca Velvet de Ferrol, cerrada en 2015 tras 37 años de actividad, será un garaje

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