Las primeras jornadas de faena tras el paro biológico que ha mantenido al sector marisquero –los socios a pie, así como las terceras y cuartas listas– alejado de los bancos de la ría de Ferrol durante tres meses están siendo decepcionantes: la escasez no cede y el desánimo se apodera de los trabajadores del mar.
Los datos que ofrecen los patrones mayores son descorazonadores porque alcanzar los topes fijados para esta primera fase postparo se ha vuelto prácticamente una misión imposible. Y eso pasa no solo en especies que ya están muy mermadas desde hace tiempo –la babosa, por ejemplo–, sino, como explicaba ayer el portavoz del pósito de Curuxeiras, Gustavo Chacartegui, también en otras que venían presentando un mayor stock. Es el caso del carneiro o marolo.
“La situación es muy preocupante; esa es la realidad”, apunta el patrón de la Cofradía de Pescadores de Ferrol, que precisa que “sacando a algún socio, la media es malísima. Lo único que puede estar salvando la situación para algunos son los precios, porque es cierto que la escasez se está dando en toda Galicia. Hablamos de precios de 37 euros para la babosa o de 25 para la rubia. Incluso los 19 del carneiro”.
En Barallobre sucede lo mismo. “A verdade é que a xente veu moi desanimada. De feito, algún ás 12.00 levantou amarradas e marchou para casa”, asegura el patrón mayor del pósito fenés, Jorge López, que subraya que ninguno de los socios que volvieron el viernes al mar después de tres meses “fixo os topes, algo que, por outra parte, xa sabiamos que ía pasar”.
Jorge López: “A xente vén desanimada, non ven futuro e nós non podemos facer nada”
La tendencia es general: “Hai algo de marolo, algo de rubia e a babosa, moi residual”, añade, por lo que prevé un “verán nefasto” que ya está afectando seriamente a los socios que todavía –ha pasado a lo largo de estos tres meses– se mantienen en el sector. “Hoxe, falando cun dos nosos, dábame moita mágoa. Preguntábame que ía ser de nós. Outro comentábame que a situación xa lle estaba a pasar factura psicoloxicamente. O problema é que nós, a confraría, non podemos facer nada, non temos a solución”.
La perspectiva de López es más pesimista. Lleva trabajando en el mar desde el año 1997 y reafirma que “na miña vida, en todos estes anos, nunca tal cousa nos pasara. Se non cambia e temos outra alternativa, estamos abocados á desaparición”.
Chacartegui opta por ver, al menos en parte, un lado bueno “dentro de este desastre”. Así, habla en concreto de que algunos socios de a pie están viendo cría en la orilla, un síntoma positivo, dice, “porque los bivalvos necesitan el calor para crecer y, para ello, se desplaza a esas zonas. Es positivo, siempre que dure”.