A los mandos de Arnela Estudio está Alba Paz, una ortigueiresa que decidió afincarse en Narón después de abrir este estudio de tatuajes que tiene como insignia la linea fina. Lleva una década ejercicio en este oficio, uno realmente complicado, puesto que sus piezas están pensadas para durar toda una vida.
Durante este recorrido, la artista asegura que el mundo ha cambiado, y sostiene que “ahora la gente se tatúa sin prejuicios. De hecho, yo he tenido en el local a abuelos y abuelas, que igual antes no se hubiesen atrevido por parecerles algo muy taleguero, mal visto. Ahora, sin embargo, ya no existen estos problemas”, expone.
Y es que, como en todo, hay a quien no le gusta esta modalidad que, para muchos otros, ya se considera un arte. Es más, hablando de los decanos, pone en valor el papel de los más jóvenes de las familias, “los impulsores que hacen que se animen”.
Está claro que no hay un rango de edad –aunque Paz asegura que no tatúa a menores de 16, quienes tienen que estar acompañados en todo momento por un padre, madre o tutor legal–, cuestión que se traslada también a los gustos. “Ahora, por ejemplo, se lleva mucho la línea fina y cada vez son más tatuadores los que trabajan este estilo, pero sigue habiendo gente que se hace old school, black work o tradi”.
En este aspecto, no duda en poner en valor el trabajo de sus compañeros y compañeras de gremio, puesto que “cada vez hay más especialización”, lo que permite que la clientela pueda elegir entre un gran abanico de estudios y volver a casa con la pieza soñada.
Sin embargo, asegura que a pesar de que el mundo del tatuaje comienza a escribirse, cada vez más, en femenino, explica que sigue habiendo clichés relacionados con las mujeres.
“Cuando empecé se me recibió muy bien, pero sí que es cierto que siempre fue un mundo muy ligado a los hombres. He tenido gente que me ha dicho que como era chica mis trabajos eran más simples o pequeños. Es como si todavía no se aceptase que somos capaces de hacer todo tipo de diseños, tanto en estilo como en tamaños. Al final, nos encasillan”, asevera, consciente de que cuestiones como el género no son determinantes.
Una gran mayoría de aquellos que están tatuados han escuchado en algún punto de su vida la frase “te vas a arrepentir” o similares. Pero como todo, esto también cambia, y desde una óptica profesional, Paz asegura que “hay más conciencia”.
Aquí también influye la confianza con la persona que está dibujando la piel, cuestión que Paz considera “fundamental”. “Lo primero que uno tiene que hacer es hablar con el tatuador, ver el estudio, hablar con esa persona y conocer el funcionamiento”.
De hecho, desde su vivencia personal, explica que “una gran parte de la gente que repitió es precisamente por eso, porque han encontrado una comodidad”. La intimidad aquí juega un punto clave puesto que ella es la única profesional de su estudio, por lo que sabe que cada experiencia será individualizada, tanto si se habla de una pieza nueva como de un cover –tatuaje que cubre uno previo–.
Actualmente, además, el láser es toda una realidad. Hay quien opta por deshacerse de trabajos que les han acompañado durante años y, sin duda, habrá un motivo. Sin embargo, Paz, defensora de que cada uno decida sobre su cuerpo, remarca la importancia de no realizarse un tatuaje pensado que son “de quita y pon” porque, como ella misma explica, “hay algunos que no se pueden borrar al 100%”.
Y ahí, de nuevo, el papel de un buen profesional que permita esclarecer dudas, pero que también, si es necesario, se niegue a hacerlo. De hecho, reconoce que “si hay algún trabajo que yo no soy capaz de hacer, por ejemplo, recomiendo a otro compañero”.
Puesto que la suya no es una labor fácil, los recuerdos que salen de Arnela Estudio son para lucirlos toda una vida.