Toda la vida ha sido difícil por no decir imposible conjugar descanso y marcha. Las calles de los vinos, de pubs o de salida nocturna siempre han generado polémica y ahora, con la aprobación de la nueva ordenanza de ruidos, el problema se ha avivado, porque estar ya estaba presente. Hostelería y vecinos tienen posturas radicalmente separadas y parece que la balanza se ha inclinado hacia un lado.