Pablo Iglesias parecía que tenía alma de pocero. Anda que no despotricó sobre las supuestas cloacas del Estado, esas que pretendía erradicar costara lo que costara. Incluso, todos recordamos aquella intervención suya en el Congreso, llamando al PSOE el partido de la cal viva, en clara alusión a la etapa de los GAL y Felipe González. Hasta su entrada por la puerta de atrás en el CNI se consideró como el modo en el que Podemos y él mismo podrían tener acceso a toda esa basura que querían sacar de debajo de las alfombras. Vamos, que lo suyo era abrir las ventanas y que corriera el aire. Eso hasta hace poco. Ahora resulta que el guardián de la ortodoxia, en realidad, también tenía sus propias cloacas, las que utilizó para poder participar en procesos judiciales abiertos como supuesto perjudicado aunque, más que perjudicado fuera supuesto protagonista. También él sabe lo que es tener el favor de los fiscales y que desde la tramoya echen una mano a tus intereses. Por eso, no se puede extrañar de que el “Iglesias a prisión” se haya hecho viral en redes. Le hubiera ido mejor aplicarse eso de predicar con el ejemplo. FOTO: Pablo Iglesias. | aec