La ciudadanía tiene la sensación de que el PSOE va a la deriva. No porque vea a su militancia perdida, sino más bien porque la percibe huérfana del liderazgo capaz de rectificar las razones de sus sucesivas derrotas electorales, ya demasiadas por mucho que algunos dirigentes se nieguen a verlas. Y es que la obviedad con que la militancia percibe los errores se pierde sin remedio allí donde comienzan esas comisiones ejecutivas tan proclives a aplaudir las ocurrencias de ombligo. Lo acontecido en Ponferrada es un claro ejemplo de ello. Mientras la ciudadanía clamaba contra los recortes del PP a las políticas de igualdad en el día de la mujer, la cúpula de Ferraz desautorizaba in extremis una alcaldía obtenida a costa de un pacto indecente con un acosador sexual que, para recuerdo de ese PP hipócrita, gobernó con la Derecha muchos años. Las redes sociales ardían ante semejante equivocación, tan impropia de quien tiene pendiente recuperar la credibilidad y el liderazgo del voto de izquierda. Es cierto que la dirección del partido reaccionó, exigiendo la rectificación inmediata. Pero ya lo hizo tarde, mal y arrastro, quedando en Ponferrada sin grupo municipal y en Madrid con un Ru-balcaba aún más tocado. El estupor general que causa ver a la Derecha del paro, los recortes, las privatizaciones y los sobres campar a sus anchas ante un PSOE incapaz de ponerle freno por culpa de unos deslices éticos que le pasan la factura inmensa que jamás exigirá al PP su electorado, nos urge cambios inmediatos y profundos. Necesitamos imagen, lenguaje, caras, formas y modos nuevos que nos sirvan para identificar y manifestar lo que los socialistas queremos y somos. Por ello la renovación del PSOE ya solo puede venir de la mano de los miles de militantes que siguen pisando la calle día a día, combatiendo junto a la ciudadanía los continuos y reiterados ataques de la Derecha al Estado Social. Porque darles voz y voto a todos y cada uno de nuestros militantes en unas primarias con urna en todas y cada una de nuestras agrupaciones es ya el único golpe de timón capaz de hacer que el PSOE rectifique su deriva. El resto son indignas ocurrencias de ombligo de quienes, en momentos tan difíciles para miles de ciudadanos, deberían dejar de pensar en sí mismos.

Julio Iglesias es alcalde de Ares