Mariano, a lo suyo

Tal vez muchos de ustedes recuerden el último favor de Rajoy a sus colegas, los profesionales del ramo, en 2014. Dio origen a una sonora huelga y, ay, Mariano, a un fallo del Tribunal Constitucional tumbando el asunto. ¿De qué hablamo? Pues de  la idea del entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy Brey, de privatizar el registro de empresas para entregárselo a los registradores de la propiedad, por ejemplo, al de de Santa Pola. Se trataba de un registro usado por las fuerzas de orden público en su lucha contra el blanqueo de dinero.  
Y ahí tienen ustedes al ex haciendo caja en su retiro dorado, mientras sus antiguos compañeros debaten para elegir un sustituto. Por cierto: uno de los nominados, y luego apartado de la carrera, ha pedido que se concentren los militantes en un único aspirante. Galicia cuenta con más de cien mil afiliados que todavía no se han recuperado del paso atrás de su presidente. 
Vamos con otro asunto (¿o será el mismo?) que nos revela el diario “El País”: “Lla Guardia Civil eleva a treinta y cinco los imputados en un fraude alrededor de los cursos de formación que no se impartieron”. Cursos financiados por la Xunta y la Unión Europea. La estafa supera los setecientos mil euros. Están implicadas más de medio millar de empresas de Galicia. ¿Les suena? ¿Y si el asunto sonaba mucho por ahí arriba?
Ante este panorama Mariano se fue a lo suyo y en los alrededores de la calle Génova se iniciaron varios incendios, insidias, dosieres, amenazas y otros chanchullos,  de los que se alejó don Alberto, que tiene un magnífico olfato para todas esas cosas. 
Josep Ramoneda, uno de los periodistas mejor informados de lo que se cuece en los mentideros de Madrid, no se explica cómo “los dos iconos más genuinos del rajoyismo, escoltas permanentes del presidente Rajoy,  pueden de pronto simbolizar la renovación del partido”.
La solución a esta duda, admirado Josep, la tiene usted en el título de este comentario: Rajoy va a lo suyo. Mantener, y en pugna constante, a Soraya y María Dolores era la mejor muralla que ponía entre él y la realidad. 
De ahí sus “no me consta”, “no tengo referencias”, que era su forma de asegurar que los marrones eran cosas de otros. Y, además, todos saben que en Génova no quieren un relevo atrevido, un cambio radical, una renovación de verdad, puesto que muchas víctimas quedarían por el camino. 

Mariano, a lo suyo

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