Feísmo

En una exposición montada hace bastantes años en Madrid sobre Picasso, contrastaban sus primeras obras, con sus genialidades posteriores más o menos abstractas. Alguien me comentó, con cierta razón a la vista del papanatismo reinante, que algunas de sus creaciones podían ser una tomadura de pelo, muy propia de un personaje dotado de extraordinario ingenio. Desde mi falta de preparación e ignorancia al respecto, nada tengo que decir de este tan afamado  y reverenciado pintor; ya lleva suficientes halagos y tiene suficiente número de seguidores. Es verdad que, como persona, nunca fue santo de mi devoción, entre otras cosas porque mis reverencias me la guardo para otros menesteres.
Sea como sea, para los que se hayan escandalizado por mis comentarios sobre el creador del Guernica, quede clara mi admiración hacia su capacidad creativa. Y si en alguna ocasión con sus obras pudo llegar a reírse de sus admiradores, simplemente es porque podía hacerlo; así son los genios. Cosa muy distinta es lo que ocurre con algunos, que no teniendo esa capacidad intentan que comulguemos con ruedas de molino, como suele decirse. Una cosa es arte y otra tomadura de pelo, por no decir simplemente mamarrachadas.
En Grecia, el arte que llamamos clásico estaba sujeto a determinados cánones de belleza, que propiciaron creaciones escultóricas maravillosas. Eso no quiere decir que la creatividad artística tenga necesariamente que sujetarse  a determinados modelos o normas, por muy “clásicos” que sean. Así lo demuestran las no menos maravillosas creaciones de épocas posteriores, ya sean del medievo, el Renacimiento o la modernidad; incluida por supuesto la nuestra. Pero dentro de esta realidad también hay mucha basura encubierta: obras realmente feas y mal hechas, que incluso en algunos casos aparecen por exposiciones e, incluso, museos.
Como ocurre en tantas otras cosas, nuestro gusto artístico está condicionado por determinadas convenciones y modas, hasta el punto de que antes de ser tachado de ignorante o retrógrado, estamos dispuestos a tragar con cualquier cosa. La expresión artística, sin estar sujeta necesariamente a determinados cánones, no deja de tener una dimensión estética importante, relacionada entre otras cosas con la armonía y la belleza, cuya difícil ejecución le proporciona el gran valor que solemos otorgarle. 
Nada tiene que ver todo esto, con el feísmo puro y duro de muchas de las “creaciones” actuales. Al contrario representa la negación del arte: una torpeza que intenta justificar una mala creación con representaciones absurdas y poco atractivas, como las que adornan algunas fachadas que el viandante ha de contemplar con horror a diario por nuestras plazas y calles
 

Feísmo

Te puede interesar