El pecio de la fragata “Magdalena”

El pecio de la fragata “Magdalena”
Fragmentos de la proa y la popa de la embarcación exponav

La Fundación Exponav ofrece al visitante que se adentra en el edificio de Herrerías la posi­bilidad de realizar un interesante recorrido por la historia de la cons­trucción naval. Entre los objetos que se muestran llaman la aten­ción, por su tamaño y estado de conservación, los fragmentos de la proa y la popa de la fragata “Mag­dalena”, construida en 1773 en los astilleros de Esteiro, en Ferrol, y hundida como consecuencia de un naufragio en las costas de Vivei­ro en 1810.
Los restos fueron recuperados por la Armada en la década de los 70 del siglo pasado. En Exponav se muestran la roda –la pieza que for­ma la proa–, el codaste –que es el madero vertical que sirve de fun­damento a la parte de la popa–, la curva coral –que sujeta el codaste a la quilla– y dos trozos de forro. Los “parches” colocados para lu­char contra los efectos de la broma –una especie de gusano comedor de madera que causaba auténti­cos problemas a los barcos de la época– son otra curiosidad que se puede apreciar en el casco de la fragata.
Resulta sorprendente ver lo bien que se conserva la madera del barco, no solo porque han transcurrido más de dos siglos desde su construcción sino por­que permaneció sumergida bajo el agua durante más de 160 años.
Pero detrás de los restos de la fragata Magdalena se esconde además una historia de victorias militares y de dramas personales que desembocaron en cambios legislativos dentro de la Armada.
El 3 de noviembre de 1810 el buque volvía de participar en la Expedición Cántabra, formando parte de un exitoso operativo na­val hispano-inglés contra los franceses en la Guerra de la Indepen­dencia, cuando fue sorprendido por un temporal en la ría de Vivei­ro. Solo ocho hombres sobrevivie­ron al naufragio y cinco fallecieron después a consecuencia de las he­ridas. La mayoría de los cadáveres que el mar arrojó a la playa de Co­vas eran de tripulantes de la zona de Ferrolterra.
El cuerpo del comandante de la Magdalena, Blas de Salcedo, apa­reció abrazado al de su hijo, el guardamarina Blas de Salcedo y Reguera, en una escena que con­movió a los vecinos de Viveiro que presenciaron la tragedia y que se difundió enseguida.
Las Cortes de Cádiz aprobaron, a raíz de este suceso, una Real Or­den para prohibir el embarque de padres e hijos o hermanos en un mismo barco, una medida que te­nía por objeto evitar que se repi­tiese el drama en otra familia.
PARA SABER MÁS:
Museo de la Construcción Na­val. Edificio de Herrerías. Cantón de Molíns, s/n.
Horario: Martes a domingo, de 10.30 a 20.00 horas.

El pecio de la fragata “Magdalena”

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