El doctor en historia de la Universidade de Santiago , el ferrolano (Canido, 1987) Francisco J. Leira Castiñeira, acaba de recibir el destacado premio Miguel Artola, que otorga la Asociación de Historia Contemporánea a las mejores tesis doctorales publicadas en 2018. El requisito para presentarse a este prestigioso certamen pasa por haber recibido la calificación de sobresaliente Cum Laude.
Su tesis, titulada “La socialización de los soldados del ejército sublevado. Su influencia en la consolidación del franquismo”, ya obtuvo el premio de Ciencias Sociales Juana de Vega 2012 (por la tesina, los primeros avances de la investigación y fase previa a la tesis doctoral), así como una mención honorífica en el concurso de ensayo George Watt de la Abraham Licoln Brigade Archive de Nueva York.
Con estos mimbres se puede asegurar que pocas personas sabrán más que el ferrolano Leira Castiñeira sobre lo que la Guerra Civil supuso para una parte de los contendientes gallegos, que se vieron forzados a formar parte del bando sublevado encaminado a deponer el gobierno de la Segunda República e instaurar una dictadura por medio de un golpe de estado y la contienda bélica de 1936, la mayor movilización militar de la historia de España. El papel de estos militares, más concretamente los gallegos, no ha recibido demasiado interés por parte de los historiadores.
¿Qué le ha supuesto este premio?
Los premios hay que relativizarlos, ya que depende de muchos factores como el año que se presenta, quiénes concurren y si gusta o no el texto. No obstante ha supuesto una gran satisfacción por lo que representa el premio en sí y por el jurado que lo ha otorgado, además de por el nombre de galardón, que hace honor a uno de los grandes referente de la historiografía española.
¿Qué cuenta en su tesis?
He tratado de desmentir algo muy arraigado en el discurso público del pasado y la memoria colectiva actual que es que en Galicia los gallegos fueron al frente para luchar por sus ideales. No es cierto. La tropa insurgente, de Franco, se basó en una recluta forzosa en una sociedad que era y es muy diversa; afiliados al republicanismo, liberalismo, comunismo, catolicismo liberal, etc. No era una sociedad dividida en dos. Muchos se vieron obligados a huir o alistarse forzosamente y ambas opciones podrían acarrear la muerte. En este contexto tremendamente complicado he buscado dar una vuelta de tuerca y no caer en los maniqueísmos en los que se sigue cayendo por parte de la sociedad y los políticos.
¿Cree que quedan aspectos de la contienda sin abordar, olvidados?
Si, sobre el papel de los soldados hay muy poco escrito. Yo he intentado profundizar en esta cuestión, centrándome en Galicia, que se convirtió en un centro de reclutamiento forzoso. La Guerra Civil no fue una cuestión de dos bandos, hay traumas que se desconocen, personas a las que se ha categorizado como franquistas, muchos no lo eran, tuvieron que alistarse de forma forzosa y encima tener que hacer frente a acciones violentas, matar a gente porque no les quedaba más remedio.
¿Habrá sido duro?
Sí, ha sido duro. Ha habido testimonios muy dolorosos, difíciles de escuchar y también de relatar. Lo cierto es que esta tesis se puede decir que es la última oportunidad de recoger vivencias de combatientes gallegos vivos. Muchos me decían, era matar o morir, y eso que a veces a quien debías asesinar tenía mucha más afinidad ideológica contigo que otros compañeros de tropa. Este tipo de cosas hay que estudiarlas para no caer en la dicotomía de las dos Españas. No existió nunca, ni antes ni ahora, fue algo más complejo, un golpe de estado que obligó a todo esto. De hecho, hubo deserciones, actos disidentes al pensamiento de las fuerzas golpistas, obligándoles a crear un mecanismo de coerción, vigilancia y disciplina para que los soldados, pensaran como pensaran, se comportasen como ellos querían y, mientras en el frente disparasen hacia delante, nada iba a pasarles. Volviendo a los testimonios, recuerdo alguno que me decía que recordaba cómo lloraban el y sus compañeros cuando las autoridades militares insurgentes los introducían en los camiones para ir al frente. Alguno me aseguró que no le resultaba fácil hablar porque había presenciado muchas violaciones, asesinatos y fusilamientos que marcan de por vida. He podido constatar que muchos de los testimonios al hablar sobre episodios violentos lo hacían en tercera persona o bien intentaban cambiar de tema. Como defendí en mi tesis, fueron personas normales que se tuvieron que adaptar a un proceso de violencia y encima fueron ellos quienes la tuvieron que perpetrar.
¿Estaba rota la sociedad en el 36?
He podido entrevistar a 50 de aquellos soldados y consultar unas 150 entrevistas en total. Puedo decirle que la sociedad estaba tan rota como lo está hoy, no estaba ni tan politizada ni enfrentada como se creía. Hay muchas historias de salvadores en cada pueblo, gente que teniendo un cargo, poder, intentaba proteger a quien pensaba diferente. Había una sociedad en conflicto como puede haberla hoy. Siempre hay enfrentamientos en defensa de unos intereses, reivindicaciones colectivas. Mi tesis se centra en eso, en un punto de no retorno que fue la guerra, y cómo los poderes fácticos, divididos en dos bandos, obligaron a las personas a posicionarse en uno u otro aunque pensaran diferente, ya que si lo hacían les tocaba ser asesinados.
¿Cree que se apoya suficiente a los investigadores en España?
No. Creo que vivimos una situación de alerta muy peligrosa y los políticos deberían tomar conciencia urgentemente, se debe invertir más y se debe modernizar la institución universitaria.
¿Hábleme de sus proyectos?
Yo seguiré trabajando en la Universidad de Santiago, pero al margen de la tesis, que se publicará en el marco del premio Miguel Artola, para el año publicaré también con la editorial Galaxia un libro más divulgativo y con ilustraciones que versa sobre todo este material de mi tesis.