La comarca de Ferrol es uno de los pocos lugares de la tierra –en realidad buena parte del noroeste de Galicia lo es– que posee antípodas terrestres, es decir, dos lugares separados por 180 grados en la esfera imperfecta que es el globo terráqueo.
Esto supone que si a algún ferrolano le diese por cumplir el sueño de cualquier niño de cavar un túnel de lado a lado de la tierra, llegaría, después de soportar temperaturas de más de 6.000 grados, a un lugar en tierra firme. ¿Y cuál es ese lugar, tomando como referencia la céntrica plaza de Armas? Concretamente, Rakaia Gorge, un barranco situado en las Llanuras de Canterbury, en la Isla Sur de Nueva Zelanda.
Este es el punto más alejado en el planeta tierra de nuestra urbe, aunque el país oceánico comparte antípodas –a pesar de su tamaño– con otros muchos lugares del mundo, ya que es, de hecho, el territorio con más antípodas terrestres, concretamente 12, incluyendo zonas de España, Francia, Argelia, Nigeria, Chad o Camerún.
En el caso concreto de Ferrol, su punto antipodal es un paraje natural casi virgen a los pies del monte Hutt y bañado por el río Rakaia, que le da nombre al mencionado barranco y a un camping cercano. Un destino de vacaciones con lujosas villas –como la exclusiva Terrace Downs o My Hutt Lodge– para los amantes del sky en los meses de invierno y que atrae a multitud de caravanas familiares en verano.
Este intrépido ferrolano que hubiese atravesado el manto, el núcleo y demás capas terrestres, podría disfrutar de algunas de las actividades que ofrece este campamento, como jornadas de rafting, caza mayor o pesca, todo ello, como suele decirse, en un marco incomparable.
La belleza del paisaje a 12.756 kilómetros en línea recta desde la casa consistorial de Ferrol es tal, que muchas empresas organizan viajes en helicóptero para recorrerla y apreciarla desde el aire. Además, es una visita obligada para los miles de alumnos que cada año acuden de excursión desde los colegios de la cercana localidad de Christchurch, la mayor ciudad de la región de Canterbury, para aprender sobre las formaciones geológicas de unos de los países más curiosos del mundo en este aspecto.
Fantasías vernianas aparte, los que dispongan de unos buenos ahorros y algo de tiempo, pueden vivir la experiencia de encontrarse por un momento justo debajo de su casa o de su trabajo, pero al otro lado de la Tierra.
Una de esas cosas que merecen, como mínimo, un buen selfie. Solo tres escalas en Madrid, Dubái y Sidney y 34 horas de avión nos separan del memorable momento. n