Pensemos en la rutina diaria: ducha, crema hidratante, quizás un toque de perfume o colonia. Estos gestos tan arraigados buscan hacernos sentir bien y oler mejor. Pero, ¿cómo estos productos, aparentemente inofensivos, interactúan con el aire dentro de casa?
Una investigación pionera, liderada por el prestigioso Instituto Max Planck de Química, junto a un equipo internacional, ha descubierto cómo algo tan personal como una fragancia o la crema corporal influye directamente en el "campo de oxidación" que los seres humanos generamos de forma natural en espacios cerrados.
Este sorprendente hallazgo profundiza en la química invisible de los hogares y revela cómo el bienestar personal puede tener un impacto inesperado en la calidad del aire interior.
Entender el "campo de oxidación" generado por los humanos es fundamental para comprender mejor la calidad del aire de hogares y oficinas. Este campo no es una abstracción, sino un entorno químico dinámico.
Se origina principalmente de la reacción entre el ozono (O3), un gas que puede filtrarse desde el exterior o generarse por algunos aparatos electrónicos, y los lípidos presentes en la superficie de la piel humana, especialmente el escualeno.
El escualeno es un hidrocarburo abundante en el sebo de la piel, y su reacción con el ozono produce una serie de compuestos intermedios, incluyendo los importantes radicales hidroxilo (OH).
Los radicales OH son altamente reactivos y actúan como "detergentes" naturales en la atmósfera, participan en la eliminación de contaminantes y la formación de nuevas especies químicas.
En espacios interiores, estos radicales OH generados por el cuerpo humano juegan un papel importante en la química atmosférica de los ambientes cerrados.
Pueden influir en la vida útil de los contaminantes volátiles presentes en el aire, como los compuestos orgánicos volátiles (COV) emitidos por muebles, materiales de construcción o actividades cotidianas. Una menor concentración de radicales OH podría significar una menor capacidad de "limpieza" natural del aire.
Los científicos han identificado dos vías principales a través de las cuales los productos de cuidado personal más comunes pueden interferir con la formación y concentración de estos vitales radicales hidroxilo, y alterar así el equilibrio químico del aire interior.
Los resultados de este estudio sugieren que las elecciones de productos de cuidado personal no solo afectan nuestra piel, sino también la química del aire que nos rodea. Alterar el campo de oxidación interior puede tener varias consecuencias:
Esta investigación subraya la necesidad de considerar el hogar y otros espacios interiores como entornos químicos dinámicos, donde las interacciones entre los ocupantes, los materiales y los productos de uso diario pueden tener efectos significativos y complejos en la calidad del aire y, en última instancia, en la salud.