El consumo de cannabis sigue siendo uno de los principales desafíos de salud pública. Aunque muchos lo perciben como una droga de bajo riesgo, las evidencias recientes muestran que su uso, sobre todo en formas de alta potencia, puede aumentar significativamente los problemas de salud mental, incluyendo trastornos psicóticos.
Un estudio publicado en el Canadian Medical Association Journal (CMAJ) advierte sobre el incremento del contenido de tetrahidrocannabinol (THC) en el cannabis y su relación con el aumento de casos de psicosis en la población general.
Los investigadores señalan que el cannabis actual, con un contenido de THC significativamente mayor al de décadas anteriores, podría estar contribuyendo a una mayor incidencia de trastornos psicóticos, especialmente entre los usuarios frecuentes y jóvenes.
El estudio, realizado en Ontario, Canadá, analizó datos de una cohorte de más de 9,8 millones de personas durante un período de seguimiento de 20 años.
Los resultados indican que el uso de cannabis con un contenido de THC superior al 10 por ciento se asocia con un riesgo significativamente mayor de desarrollar trastornos psicóticos. Este riesgo es especialmente elevado en individuos con antecedentes familiares de enfermedades mentales, aquellos con consumo frecuente de cannabis y en varones jóvenes.
“El cannabis de la década del 2000 no es el mismo que el de 2025”, afirma el coautor del estudio, el Dr. Nicholas Fabiano, médico residente e investigador del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Ottawa. “El contenido de THC se ha quintuplicado. Es probable que esto sea un factor clave en la creciente relación entre el consumo de cannabis y la esquizofrenia”, añade.
Los autores del estudio enfatizan la importancia de la cesación temprana del consumo de cannabis en individuos que han experimentado episodios psicóticos. La interrupción del consumo, combinada con intervenciones terapéuticas adecuadas, puede reducir significativamente el riesgo de recurrencia de los síntomas psicóticos.
Las estrategias de tratamiento incluyen el uso de antipsicóticos, así como enfoques terapéuticos como la terapia cognitivo-conductual y la entrevista motivacional, que han demostrado ser eficaces en la promoción de la abstinencia y la mejora del pronóstico a largo plazo.
En España, aunque el consumo de cannabis ha disminuido entre los adolescentes, persisten altos índices de consumo en la población adulta, especialmente entre los jóvenes.
Esta situación se ve agravada por el aumento de la potencia del THC, el principal compuesto psicoactivo del cannabis, que puede incrementar el riesgo de desarrollar trastornos psicóticos.
Según datos del Ministerio de Sanidad, el consumo de cannabis entre adolescentes de 14 a 18 años ha disminuido un 40 por ciento en los últimos 20 años, pasando del 25 por ciento en 2004 al 15 por ciento en 2025. Esta reducción se atribuye a cambios en los patrones de conducta juvenil, mayor percepción del riesgo y campañas de prevención.
Sin embargo, en la población adulta de 15 a 64 años, el consumo se mantiene estable, con un 10 por ciento que afirma haber consumido durante el último mes anterior a la consulta.
Esos mismos datos revelan que el contenido medio de THC en la resina de cannabis decomisada en España ha experimentado un aumento significativo en las últimas dos décadas.
En 2002, la concentración media era del 12,4 por ciento, mientras que en 2020 alcanzó un máximo histórico del 28,9 por ciento. En el caso de la marihuana decomisada, el aumento fue aún mayor, pasando del 4,5 por ciento en 2002, al 12 por ciento en 2020.
Estudios realizados en España, han llegado a las mismas conclusiones que la investigación publicada en el Canadian Medical Association Journal (CMAJ): el consumo temprano y frecuente de cannabis puede precipitar la aparición de trastornos psicóticos y empeorar el pronóstico de quienes ya presentan síntomas.
Tanto los jóvenes como los adultos que consumen cannabis con regularidad tienen más riesgo de experimentar episodios psicóticos precoces, y el mantenimiento del consumo aumenta la recurrencia de los síntomas.
Del mismo modo, la combinación de un consumo elevado de cannabis en la población adulta y el aumento de la potencia del THC plantea desafíos significativos. Es esencial implementar políticas de prevención efectivas y promover la educación sobre los riesgos asociados al consumo de cannabis; tambien revisar las políticas de regulación y control del cannabis, especialmente en regiones donde su uso recreativo ha sido legalizado. .
Es fundamental que los profesionales de la salud, los responsables de la formulación de políticas y la sociedad en general reconozcan estos riesgos y trabajen juntos para mitigar los efectos adversos del consumo de cannabis. La investigación continua y la educación pública son clave para abordar este desafío de salud pública emergente.