“El día que no me implique personal y emocionalmente me quedo en mi casa. Ese será el momento para que me hagan el relevo”, comenta Iria Saavedra, una de las quince voluntarias que forman la Asociación Cometa.
La agrupación que hoy conocemos, que es rentable y trata a los animales con el respeto que se merecen, nace gracias a los préstamos personales de las propias voluntarias que, en su momento, se endeudaron sin saber qué iba a pasar en un futuro.
Ellas, que siempre están dispuestas a encontrar tiempo libre donde no lo hay, son las que hoy piden ayuda. La asociación va bien, por la agrupación no hace falta preocuparse, pero sí por uno de sus miembros más recientes, un perro que llegó al refugio hace apenas dos meses y que, después de una visita rutinaria al veterinario, ha sido diagnosticado con una enfermedad terminal.
Piero –un nombre de galán que va completamente acorde a la estética y personalidad del cánido– tiene un linfoma multicéntrico, una enfermedad incurable que hace que su esperanza de vida sea de apenas unos meses.
“En los humanos el cáncer se puede llegar a curar con quimioterapia pero, en el caso de los perros, el tratamiento solo retrasa lo inevitable y nuestras instalaciones no son el entorno ideal para que el animal se someta a un proceso como este. Hemos optado por la alternativa, la de los corticoides, con la que aliviamos completamente el dolor”, comenta Nuria Pérez, que también es miembro del grupo de voluntariado.
Ahora, los de Narón están en la procura de una casa de acogida definitiva para Piero y, a sabiendas de que hay una limitación temporal debido a la enfermedad del can, han optado por poner las cosas fáciles, que no regaladas, para que la adopción sea lo más rápida posible.
Al igual que con el resto de animales, hay un proceso previo a la acogida que permite cerciorarse de que los animales van a estar bien atendidos ya que, según la voz de la experiencia, hay mucha gente que no es consciente de las limitaciones que tiene en su vida, y como esto puede afectar a un perro. Pérez, por su parte, se acuerda de aquellos que quieren y no pueden. “Es tan responsable adoptar como no adoptar sabiendo que, por muchas ganas que se tenga, no se puede”, comenta.
Piero tiene entre dos y tres años, no lo saben con exactitud, y es vecino de Xermade. Cometa no ha podido determinar cuál ha sido su vida hasta antes de llegar al centro que la asociación tiene en Doso, pero los dos meses que llevan conviviendo con él les permite saber quién o quiénes serían la familia ideal.
Se busca a alguien que no tenga otros perros, pero no hay ningún tipo de problema con otras especies como la humana –única con la que Piero ha tenido contacto–. Por el tema de los gastos tampoco hay que preocuparse ya que, desde Narón, y teniendo en cuenta la situación, han decidido que la Asociación Cometa correrá con todos los gastos que pueda ocasionar el perro, “desde visitas veterinarias hasta comida”.
El futuro hogar, por su parte, solo tendrá que preocuparse del “amor y de los cuidados”