La tormenta

Estos días de calor insoportable, bajo una nube de calima del desierto y con tormentas eléctricas, la tensión se contagia al panorama político, enconado de por sí, hasta alcanzar el paroxismo.

 

El último escándalo de la militante socialista, metida a espía para desacreditar a la UCO, hace arder los escaños del Congreso. Si, además, el PSOE actúa de una forma torpe, hablando de “fango” (otro latiguillo demasiado utilizado) y sin expulsarla de sus siglas, Alberto Núñez Feijoo se lanza al ruedo e intenta, otra vez, conseguir socios para una moción de censura.

 

Moncloa y Ferraz están desbordados. Demasiados escándalos en los últimos meses que ponen a prueba la lealtad de Sumar. Bien es verdad que Yolanda Díaz y el resto de los partidos de la coalición desaparecerían fuera del Gobierno.

 

La filtración de los wasaps de Pedro Sánchez y José Luis Abalos, al margen de dañar gravemente las relaciones con destacados dirigentes del PSOE y miembros del propio Gobierno, transmiten una especial complicidad con un personaje como el exministro de Transportes que todos preferirían no haber conocido, y del que temen más filtraciones.

 

Sánchez, metido de lleno en su campaña para acabar con la masacre de Gaza, hace como que no ve. Pero, cuando se cogió el “retiro” de cinco días, para pensar su “futuro”, la situación no estaba al nivel que ha llegado ahora...

 

En cuanto a Feijóo, sabe que la moción de censura es inviable, a no ser que seduzca a Junts, que cada vez está más cerca de la extrema derecha nacionalista. Pero ¿cómo se “arrejuntan” VOX y los independentistas? Por eso, la estrategia de empezar convocando a “todos los españoles” a una concentración contra la “corrupción”, pasa, sin duda, por forzar un adelanto electoral.

 

El error es invitar también a los de Santiago Abascal, transmitiendo, una vez más, la imagen de que sin ellos no pueden vivir. Como se acaba de demostrar en otra comunidad autónoma, además de Valencia con un Carlos Mazón que no sale de su casa pero que ahora vendrá a Madrid a manifestarse, como es Baleares.

 

Hacer oposición no consiste, únicamente, en denunciar la presunta corrupción, las “mafias”, y demás categorías. Se trata de rechazar los proyectos de ley que perjudiquen a la ciudadanía y apoyar los que mejoren la vida social. Pero, además, y esta es la 
clave, hay que tener un programa y venderlo, contando lo que harás cuando llegues al poder que tanto ansías.  

La tormenta

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