Tamayazo-landia

Alguien, quizá algún juez, debería decirle a Adriana Lastra, la ‘número tres ‘del partido que nos gobierna, que atribuir gratuitamente a otros un delito, por ejemplo cobrar a cambio de votar de una determinada manera, está tipificado como calumnia en el Código Penal. Y que las barbaridades que a veces se sueltan en las campañas siempre dejan alguna huella en el alma democrática de la nación. ¿Seguirán alguna vez nuestros políticos el desarrollo de las campañas electorales en sitio tan cercano como Portugal, por ejemplo, donde el insulto se convierte en una muy poco frecuente injuria y el vocerío no llega ni al diez por ciento de lo que por estas tierras castellanas, y madrileñas, y... se estila?

Lo digo porque, entre unos y otros, cruzándose acusaciones sin pruebas han logrado incrementar en buena parte de la ciudadanía la sensación de que estamos viviendo en una suerte de ‘Tamayazolandia’, donde el transfuguismo, la compra de votos o las trampas desde las instituciones son moneda corriente en los cenáculos, mentideros, cavernas y hasta instituciones varias de Madrid y no solamente de Madrid.

Hasta el punto de que creo que urge una investigación seria, independiente y mucho más rápida de los tiempos a los que nos tiene acostumbrados el Constitucional: a ver lo que ocurrió con los votos cambiantes de UPN, con el ‘voto despistado’ del diputado ‘popular’ y si fue o no conforme al Derecho y a la verdad la actuación consiguiente de la presidenta de la Cámara Baja, que debo recordar que es la tercera autoridad institucional del Estado.

Y así, las encuestas múltiples que hemos analizado este fin de semana y este lunes acerca de la marcha de las elecciones en Castilla y León nos arrojan una conclusión inequívoca: aquí el único que sube de manera apreciable en intención de voto es Vox, que permanece al margen de la ‘melée’, entre otras cosas porque se ha situado confortablemente al margen de todo: criticar es más fácil que construir y, a corto plazo, da buenos réditos. Claro que entre los dos ‘grandes’ y el tercero en discordia, que a lo que parece consume sus últimos momentos de influencia política, se lo están poniendo fácil a los extremistas, a los del ‘cuanto peor, mejor’, a quienes se acercan al poder para destruir el ‘statu quo’, y es obvio que ahora no estoy hablando de Vox, o no solo, al menos.

Tiemblo pensando en que no se racionalice, en esta búsqueda de poder por el poder, la recta final de la campaña electoral castellanoleonesa, que concluye este viernes en medio de un notable desorden, pesimismo, escasa altura y falta de ética, y hasta de estética, en los mensajes. Una mano negra, o al menos dos, parecen estar dirigiendo hacia el descrédito total la política española, y eso explicaría el patente desinterés que, pese a los esfuerzos de los medios de comunicación, está suscitando la campaña electoral. Solo espero que no nos reserven algún nuevo ‘tamayazo’ en potencia porque ya no sé cuánto más podría soportar la opinión pública, y la publicada, en este país nuestro, que no queremos que pueda llegar a ser rebautizado como Tamayazolandia, ya digo.

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