Jumilla es una localidad murciana de casi 30.000 habitantes de los que unos 3.000 son musulmanes. Hasta ahora era conocida por su famoso vino, que cuenta con denominación de origen, y por sus frutales, pero hete aquí que desde hace un par de días aparece en los medios de comunicación por un hecho tan lamentable como innecesario: desde ahora, la población musulmana no podrá celebrar sus ritos religiosos en dependencias municipales.
El Ayuntamiento está gobernado por el PP pero necesita del concurso de VOX para sacar adelante sus presupuestos, y como viene siendo habitual en el partido de Santiago Abascal para prestar su apoyo plantea condiciones tan injustas como burdas que en este caso el PP ha tratado de suavizar alegando que no se habla de prohibición, ni de islamismo y ni se menta a la religión musulmana. Pero no cuela ni debe colar.
El PP se equivoca gravemente por no plantarse. Hay actitudes que resultan insoportables y mucho más si van acompañadas de la habitual jactancia de VOX cuando comprueba que, en mayor o menor medida, sus propuestas son apoyadas por el PP. Ha ocurrido en Valencia y ahora en Jumilla.
El primer partido de España que pretende trabajar y garantizar la convivencia pacífica entre todos los españoles no puede ni debe apoyar, ni siquiera un poquito, las bravuconadas políticas de VOX y alguien con mando en plaza debería decirlo, en este caso, a los populares de Jumilla y más en concreto a su alcaldesa. La aprobación de unos presupuestos no pueden apoyarse en la cesión de principios que, estoy segura, Nuñez Feijóo defiende con absoluta convicción.
Cuanto mejor para el PP, para la decencia política, prescindir de presupuestos que, al final, les va a salir caros. No merece la pena gobernar a cualquier precio y menos cuando en Jumilla nunca ha habido problema alguno y durante años la comunidad musulmana, que es la que, mayoritariamente, recoge la uva y las frutas, ha celebrado sus fiestas religiosas sin que se haya conocido ningún conflicto pero VOX se encarga siempre, con la teoría de la identidad española, no de plantear soluciones razonables, sino bravuconadas que lejos de ofrecer esas soluciones exorbitan lo más irracional del ser humano. VOX se puede poner como quiera pero la realidad española es la que es.
Defender a ciudadanos musulmanes que trabajan en España, que pagan sus impuestos y que viven sin agredir a nadie no significa abogar por la inmigración desordenada, ni caer en la ingenuidad de que gestionar esta realidad de la inmigración es algo fácil. Lo que sí es seguro es que con las bravuconadas de VOX no solo no se arregla nada, sino que lo estropea todo.
El PP no puede dejar pasar por alto este lamentable episodio porque VOX lo volverá a hacer y de la misma manera que en estas mismas líneas se ha criticado la política de cesiones y pactos del Presidente del Gobierno hay que criticar las innecesarias cesiones del PP. ¿Alguien puede alegar necesidad perentoria de aprobar los presupuestos de Jumilla?
Ojalá cuando estas líneas salgan a la luz, el PP haya puesto a VOX en su sitio.