LETRAS ESPAÑOLAS | Morgan Robertson, un visionario

Literatura en #Nordesía: X. Fandiño habla de “Futilidad o el naufragio del Titán”, de Morgan Robertson
LETRAS ESPAÑOLAS | Morgan Robertson, un visionario

Catorce años antes de que el “Titanic” se hundiese en el Atlántico Norte, el oficial de la Marina mercante norteamericana Morgan Robertson escribió “Futilidad o el naufragio del Titán”, una novela breve que ha rescatado para el lector en lengua española la editorial Nórdica y que recoge, como parte central de la trama, el impacto de un trasatlántico de lujo contra un iceberg mientras buscaba la gloria –un récord de velocidad– entre Nueva York e Inglaterra. 

 

El “Titán” y el “Titanic”, además, se parecen en el peso, el tamaño e incluso en la capacidad de pasajeros y en la insuficiencia de botes salvavidas. Todo esto, repetimos, catorce años antes, en 1898, de que se consumara la tragedia que a tantos espectadores llevó al cine a finales de la década de los 90.


Puede ser una casualidad, sí, pero, como nos recuerda la propia editorial, años después, en 1914, escribió otra historia, “Mas allá del espectro”, en la que recogió una guerra entre norteamericanos y japoneses, con un ataque sorpresa de estos últimos. Vamos, lo que ocurrió en Pearl Harbor (1941). Dos de dos. 


Con estas coincidencias, la lectura de “Futilidad o el naufragio del Titán” se afronta con una curiosidad especial que podría no pasar de ahí, pero que suma nuevos valores a medida que avanza la narración. En el “Titán”, Robertson nos presenta al degradado capitán Rowland, un hombre de carácter indomable que cayó en el pozo del alcoholismo tras la ruptura con su prometida, Myra Gaunt

 

Han pasado los años, varios ya, y Rowland se embarca como tripulante en el trastatlántico, donde coincide, por sorpresa y de una manera muy torpe, con Myra, su rico marido y la hija de ambos, que se llama como su madre. Una broma con la pequeña –de la que en ese momento desconocía su identidad– lleva a la madre a pensar que ese hombre al que detesta había intentado tirar a la niña por la borda, lo que provoca las quejas ante el capitán. Cuando rompieron su relación, Rowland le prometió que se vengaría y Myra entiende que lo quería hacer a través de su hija. 


Mientras el excapitán atrae la atención de los mandos, el “Titán”, que navega a toda velocidad para batir un récord mundial, choca y hunde otro barco, pero decide seguir adelante. El comandante quiere imponer la ley del silencio, pero Rowland ha visto el accidente –el asesinato en masa, como lo llama– y su código moral le impide mirar para otro lado

 

Como no sucumbe al chantaje del capitán, este busca la manera de invalidar su futuro testimonio –una vez lleguen a puerto– ofreciéndole alcohol y drogándolo. Pero en ese momento en el que se le nubla el juicio y solo puede intuir la presencia de una niña a su alrededor, se produce el impacto del “Titán” contra una gran masa de hielo, el desastre consiguiente y la lucha por la supervivencia, por la suya propia y por la de la pequeña Mayra.


Lo que sucede en la narración a partir de ahí es otra historia, un trauma que despierta algo muy potente en el protagonista y lo guía hasta la redención. Tenemos la sensación de que la trama podría haber dado para más, para una obra de más recorrido, pero, dejando al margen valoraciones muy subjetivas, Robertson resuelve el libro con talento y con un final feliz, muy feliz, en tiempos de oscuridad. 

LETRAS ESPAÑOLAS | Morgan Robertson, un visionario

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