CURIOSIDADES FERROLANAS | Juan de Dios Sotelo, un militar ferrolano del XIX poco conocido

Historia de Ferrol en #Nordesía: Man Castro recuerda al marino Juan de Dios Sotelo y Machín
CURIOSIDADES FERROLANAS | Juan de Dios Sotelo, un militar ferrolano del XIX poco conocido

Leo en la Gran Enciclopedia Gallega: “Juan de Dios Sotelo y Machín inició su carrera en la Armada como guardiamarina y en 1817, ya con el grado de alférez de navío, coadyuvó al desembarco de Morillo en la isla Margarita, al mando de la fragata mercante “Cantabria”. Por su coraje en esta campaña fue ascendido a teniente de fragata y se le concedió la Cruz de la Marina de Diadema Real. Tras su ascenso a capitán, pasa a desempeñar en 1836 el cargo de jefe de mesa y secretario de Su Majestad con ejercicio de decretos. En 1840 asciende a brigadier y María Cristina le designa ministro de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar, pero dimite a los cuatro meses debido a la expulsión de España de la Regente. Al año siguiente vuelve a Ferrol, represaliado por su anterior actividad política. A partir de 1843 llegó a ser capitán general de los departamentos de Cádiz, Ferrol y Cartagena, vicepresidente de la Junta del Almirantazgo y senador. Entre otras condecoraciones, poseía la gran Cruz de San Hermenegildo”.


Esta introducción viene a ser un resumen biográfico al uso, pero, orillando los numerosos hitos de su carrera, que sería prolijo y cansino, optamos por aquellos pasajes que nos parecieron los más significativos. Nos encomendamos, pues, al periodista, escritor y poeta Teodosio Vesteiro Torres (Vigo, 1847-Madrid, 1876) que nos dice que “apenas cumplidos los 13 años, obtuvo la plaza de guardiamarina el 5 de septiembre de 1806 y entró como tal en el Departamento de su ciudad natal, el 17 de octubre. Siendo joven, tenía concluidos los estudios elementales y esto le sirvió de especial recomendación. La vida de mar comenzó muy pronto para Sotelo”. 


Por su parte, el ingeniero de la Armada y escritor Jorge Lasso de la Vega (Cádiz, 1792-Madrid, 1871) relata que el 17 de mayo de 1814 –contaba Juan de Dios 21 años– se transbordó Sotelo a la corbeta “Descubierta” a petición de su comandante, el teniente de navío don Alonso de la Riva, cuyo buque se preparaba para hacer un viaje de circunnavegación. Salió, en efecto, de Cádiz para Lima el 15 de junio, llegando a su destino el 13 de octubre. De este punto salió para Manila el primero de diciembre, a donde llegó el 9 de febrero de 1815.

 

De aquí salió la corbeta para Cádiz el 16 de enero de 1816, verificando su regreso por el cabo de Buena Esperanza, dando fondo el 13 de mayo en el puerto de su destino, concluyendo con felicidad y acierto este viaje alrededor del mundo. Y aquí De la Vega hace la siguiente reflexión en torno a la indiferencia de escritores que ignoran o niegan las gestas de los marinos españoles. Me recuerda a la científica Ángeles Alvariño que se quejaba de que los ingleses se atribuían el éxito de las primeras expediciones cuando realmente había tomado la delantera Malaspina

 

Dice de la Vega:


“No es en este lugar donde podemos convenientemente detenernos a dar a conocer, o más bien repetir lo que ya hemos dicho sobre la importancia de este género de viajes científicos practicados por nuestros marinos y oficiales idóneos y competentes. Tan solo observaremos, insistiendo en protestar contra la injusticia de los émulos de nuestra nación, que no siempre los escritores extranjeros hacen la justicia que a los marinos de España corresponde en tal materia. Antes bien, hay derecho de quejarse no solo de su silencio al enumerar encomiásticamente los viajes científicos de esta especie hechos por marinos de otras naciones, sino también de la poca justificable omisión en que incurren demostrando ignorancia de lo ocurrido. Ocasión, hemos tenido de observar y de quejarnos de este notable olvido y negación de honra que a España se le hace y que también le pertenece, no solo por su primacía en el cultivo y práctica de las ciencias náuticas, sino por haber sido entre todas la primera que consumó aquella gloriosa empresa, cuando estas ciencias y su práctica se hallaban todavía en notable atraso en las demás naciones que limitaban sus viajes y descubrimientos a mares y costas muy conocidas”.

 

Dimisión


Tras el alegato, Lasso de la Vega, retomando el hilo de la azarosa vida del militar, dice que, terminada completamente la guerra civil a mediados de 1840, tomaron incremento las disensiones del Partido Liberal y éstas fueron la causa de la dimisión de Sotelo –como ministro de Marina y Gobernación de Ultramar– presentada el 18 de junio a consecuencia de los sucesos de Barcelona. El 4 de agosto fue nombrado vocal de la Junta Superior de Gobierno y dirección de la Armada, pero rechazó el papel a causa de los episodios políticos que siguieron y fueron objeto de “persecuciones y tropelías”. 


Cabe añadir que, en estas circunstancias, Sotelo y Machín expuso su vida en diferentes ocasiones y de un modo más grave en Alicante, donde estuvo a punto de ser asesinado, habiendo sido desalojado violentamente del vapor francés “Océano” y arrestado con incomunicación en un cuarto alto de la torre del Castillo de Santa Bárbara. En aquel ilegal e infundado arresto permaneció Sotelo desde el 2 de octubre hasta el 2 de noviembre, que lo condujo un ayudante de plaza a Valencia para ponerlo a disposición del capitán general, que lo dejó en libertad “bajo su palabra de honor”, en cuyo estado permaneció hasta el 21 del mismo mes en que, por orden de la Regencia, quedó en libertad, señalándole, no obstante, por cuartel la ciudad de San Fernando, a donde se trasladó el 15 de diciembre.

 

Contribuciones a la Armada


Finalmente, si hemos de concretar sus contribuciones a la Armada, añadiremos que Juan de Dios Sotelo y Machín dejó en esta una huella importante. Intervino, por ejemplo, en misiones estratégicas en el Atlántico y el Caribe, escoltó convoyes con tropas y artillería hacia Veracruz y participó en operaciones en San Juan de Puerto Rico, La Habana y Tampico. Al respecto, subrayar que, durante el siglo XIX, la Armada española atravesó un período de declive y transformación. 

 

Tras la derrota en la Batalla de Trafalgar (1805), la Marina española perdió gran parte de su poder naval, lo que afectó a su capacidad operativa en conflictos posteriores. Algunos aspectos clave fueron la crisis tras la Guerra de Independencia Española, durante la cual la Armada quedó prácticamente inoperativa debido a la falta de recursos y barcos en buen estado. Se realizaron esfuerzos para revitalizar la flota, incluyendo la compra de buques al Zar de Rusia, aunque muchos llegaron en condiciones deplorables. 

 

Por otro lado, la independencia de las colonias en América debilitó aún más la Marina, reduciendo su presencia en el Atlántico y el Caribe. Durante su reinado, Isabel II intentó reorganizar la Armada, pero los problemas financieros y políticos limitaron su recuperación. 

 

Por último, Teodosio Vesteiro Torres, en el tomo II de “Galería de gallegos ilustres”, señala que, después de la contrarrevolución de 1843, Juan de Dios Sotelo y Machín fue nombrado comandante general del departamento de Cádiz. En este puesto cooperó al restablecimiento del Colegio de guardiamarinas, institución de las más representativas de la Armada. Falleció en Madrid el 15 de mayo de 1860, a los 67 años de edad.

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