Más de 200.000 personas se dieron cita el pasado fin de semana en el Sonorama Ribera, un festival que consolida a Aranda de Duero como una de las grandes localizaciones si a la música en directo se refiere una, pero no sólo a nivel de la provincia de Burgos, sino a nivel estatal.
Entre el gran plantel, que congregó entre el miércoles 6 y el domingo 10 de agosto a un sinfín de artistas, estaba, durante la anoche del viernes, Barry B, jugando en casa.
Gabriel Barriuso es la cara visible de este proyecto que comenzó hace unos años, grabando en un iPad, pero “sería super egoísta hablar en singular. Tengo un equipo que está conmigo todo el día, que me aguanta y me soporta”, comenta entre risas, y es que, como el mismo asegura “sin un trabajo conjunto no somos nadie. Es una de las grandes virtudes del ser humano”.
Ahora, y gracias al cartel del Nachiños Fest, que este año invadirá el puerto de Curuxeiras, se podrá disfrutar de su música en la ciudad naval por primera vez. La actuación será esta misma noche y Barriuso promete que estará cargada de “buenos temas, un directo lo más orgánico posible y mucha caña”, pero también de “canciones nostálgicas y tristes en las que podamos cantar todos”. En síntesis, “una reivindicación de la música y de la vida”, asevera.
Llevando la bandera de Aranda de Duero bien alta, el músico pone en valor la lealtad del público gallego. Después de varios bolos tanto en A Coruña como en Santiago, reafirma que “como en el norte en ningún sitio”. “Tenemos, por así decirlo, una conexión previa, una familiaridad que no está tan presente en otras zonas”, explica.
De hecho, confiesa cierta expectación a la hora de subirse a las tablas ferrolanas –a las 21.00 horas en el escenario Mahou–, algo que se mantiene en su día a día porque cuando comenzó en este mundillo, allá por el 2015 con una banda de rock en su localidad natal, “no teníamos un plan”, confiesa entre risas.
De hecho, tiene como dogma una frase de su abuela y es que “ni aunque te quites, podrás quitártelo; ni aunque te pongas, podrás ponértelo” y es que aunque “yo me quisiera salir de la música, siempre va volver a mi”.
Este gusanillo fue una constante en su vida desde bien pequeño y a pesar de marcharse a Burgos para estudiar el grado de Ingeniería en Organización Industrial –y desarrollar diversos proyectos en este ámbito– asegura que “la música es una especie de obsesión, es algo por lo que me desvivo y llevo por dentro”.
Así, a pesar de estar inmerso en proyectos laborales, “siempre, siempre, siempre, la tenía en la cabeza y me decidí a hacer el disco”, explica, “y ha salido bien”, valora entre risas.
Expone, asimismo, que el entorno que ofrece el festival que convierte a Aranda de Duero en la capital de la música a principios de agosto permite, de alguna forma, “lanzarte a la aventura sin pensártelo mucho. Se traduce en algo natural que has vivido toda la vida”. De hecho, la inquietud nació viendo tocar a estos grupos, “queriendo sentir lo que ellos” y, un año después de fundar el primer grupo en el que empezó, formaba parte del cartel del aclamado Sonorama Ribera.
“La parte de subir al escenario es la que más me gusta”, asegura el burgalés, que también deja claro que no hay una forma de poder explicar cuál es la sensación del artista una vez está en las tablas. La comparativa más clara para él lo transporta al estado londinenese de Wembley. En concreto, al concierto de Oasis.
“Es un sentimiento de comunidad, de estar todos juntos cantando la misma canción. En este punto hay un cosquilleo que nace dentro porque estás rodeado de personas que no conoces de nada pero que, de alguna forma, se unen a través de una letra o un ritmo”, explica. Y a pesar de que esta es la perspectiva que el tiene como público, como encargado de la banda sonora asegura que el sentimiento no cambia, “es lo mismo pero desde arriba, sabiendo que una familia gigante está apoyando”. De esta forma, Curuxeiras sucumbirá esta noche a esa emoción y a esa hermandad norteña gracias a Barry B.