La propuesta de la Asociación de Vecinos de Canido de poner en marcha un bosque comestible en el barrio, que se trasladó posteriormente como una de las iniciativas que se podría formular para optar a los fondos de transición justa, será ya una realidad –en formato reducido– sin esperar a las ayudas de las administraciones. La propia entidad vecinal, con el apoyo de las asociaciones que están ya implicadas en la huerta comunitaria, convertirá una parcela de 1.000 metros cuadrados en un prototipo de bosque comestible, con frutales, arbustos y hierbas aromáticas además de otras posibles plantaciones productivas.
La cesión de la parcela de una particular en las inmediaciones del lavadero de Insua a la entidad se firmará esta tarde y con ella echará a andar esta iniciativa que es la primera de estas características que se lleva a cabo en Ferrol, aunque este tipo de bosques, con un diseño especial que combina tanto árboles frutales como plantas comestibles y otros cultivos, ya funciona en otros puntos de Galicia.
Pese a que se trata de una pequeña parcela será una propuesta experimental de lo que podría hacerse en otras muchas de la zona con la implicación de las administraciones, ya que la idea inicial que se propuso abarcaba nada menos que 25.000 metros cuadrados.
A la firma del acuerdo sobre la propiedad seguirá una jornada de trabajo comunitario para proceder a la limpieza y preparación de la finca, además de llevar a cabo alguna actuación en el lavadero –hoy convertido en punto de encuentro de jóvenes para la celebración de botellones–, de cara a convertirlo en un polo de atracción y de visitas de forma conjunta con el bosque.
El acondicionamiento de este nuevo espacio arbolado, como explicó el presidente de la Asociación Veciñal de Canido, Roberto Taboada, estará guiada por una tutora experta en plantaciones, que será la que explique la metodología a seguir con el fin de acelerar el crecimiento de las especies o la realización de plantaciones intensivas con unas especies que ayudarían al crecimiento de otras según la densidad o colocación de los ejemplares.
Se distribuirán, además, senderos peatonales entre las plantaciones para propiciar las visitas a la zona y dar a conocer este bosque de pequeño formato, que convertirá el espacio en una zona más cuidada y transitada, en la que se puedan llevar a cabo visitas de escolares u otros grupos.
Aunque ya hay donaciones de algunos ejemplares, la idea pasa también por otra iniciativa, que bajo el lema “amadriña unha árbore” permitirá realizar una aportación económica para la plantación de un árbol o arbusto y que los “padrinos” puedan hacerse corresponsables en su conservación.
El prototipo que hoy comienza su desarrollo se espera que pronto pueda extenderse a otras parcelas de la ladera norte de Canido a través de convenios de colaboración para el uso de parcelas que están en desuso y contando con la implicación de la administración. Por el momento, se dispone de la complicidad de las entidades implicadas en la huerta comunitaria, otra actividad exitosa del barrio.