"Cuestión de Tempo" es el título del primer libro que publica el músico y maestro de música Airán Beltrán, en el que establece una relación de simbiosis entre el arte y la vida misma. La obra, que se puede conseguir por internet, en las Rockschool Center, Librería Nova y Clef Music, se distingue por combinar lecciones de lenguaje musical, incluyendo ejercicios y ejemplos prácticos personalizables, con una serie de reflexiones personales aplicables a la realidad social.
El autor es músico y maestro en la dos sedes de la Rockschool, donde imparte clases de bajo, de guitarra y de combos. Esta última consiste en enseñar a los alumnos a crear y tocar en grupo, que van formando en función de sus propios intereses, y mediante esta asignatura las agrupaciones de la escuela ofrecen conciertos cada cierto tiempo, como el que realizaron en la sala Jagger de Lugo el mes pasado o el que darán el día 7 de junio en la Guión de Pontedeume.
No obstante, para el docente esta enseñanza se basa en unas claves profundas que van mucho más allá de las prácticas, de la composición o el versionar temas, ya que interpreta el hecho de crear música colectivamente como "una especie de microestudio social, en el que te encuentras teniendo que generar una relación con otra gente, cada cual desde su propia vivencia, y teniendo que encontrar un punto en el que todo armonice, sin dejar de ser nadie quien es".
A partir de su experiencia como músico profesional desde hace alrededor de veinte años, entre los que destaca su especialidad en la improvisación, que pudo escucharse en proyectos como La Asombrosa Orquesta Improgramable, empezó a tener "la sensación de que a veces no se encuentra la función social" de la expresión, el trabajo y el aprendizaje artísticos, "cuando uno realmente puede encontrar símiles maravillos para la experiencia del vivir, en general". "El libro trata de despertar un poquito esa consciencia, porque en mi experiencia de estos años veo que muchas veces está o muy dormida o ni siquiera se tiene en cuenta", evalúa.
Así, uno de los objetivos es mostrar el potencial que tiene la música de servir "como una educación social práctica, real y además interactiva". Para desarrollar esta teoría, realiza una comparación con la actividad deportiva, que aunque aclara que ninguna es mejor que la otra, en estas últimas se tiende a la competitividad, mientras que el arte en sí mismo busca "integrar y unir". Esto siempre atrajo la atención de Airán Beltrán, que, como todo buen improvisador, valora especialmente lo necesario para dar lugar una obra colectiva desde la cooperación.
"Aprendizajes que en un principio son lúdicos y entretenidos, nos pueden enseñar a crear una sociedad en la que todos podamos ser quienes somos, generando armonía", concluye. De la misma manera, en la obra confluyen dos vertientes, por lo que el tipo de lectores se amplía: a pesar de orientarse a personas que están inmersas en el mundo de la música, "tanto estudiantes como maestros que les pueda interesar este tipo de visiones", la teoría se va combinando con el ensayo.
La dimensión más personal incluye desde observaciones filosóficas hasta propuestas sociales, que se introducen en un ejemplar concebido como un manual, que trata de sintetizar y eliminar la densidad habitual de estas enseñanzas. "Los músicos y músicas que han leído el libro opinan que es para todo el mundo", señala el propio autor, que recomienda a los menos entendidos en aspectos técnicos no dudar en relizar una lectura más superficial de estos contenidos, ya que habrá otros dirigidos a cualquier tipo de público.
De esta parte interpretativa se concluye que "el arte es un reflejo de la existencia", algo que puede observarse claramente desde una perspectiva histórica y, atendiendo al ámbito musical, el autor lo concreta en el tipo de escalas que se usan en cada estilo, cada una con su carácter y que "por la propia relación entre sus elementos, dan información", que se vincula con la idiosincrasia de esa sociedad y momento específicos.
"No es casual, no es solo estética, es que para poder propulsar un mensaje necesitas tener el lenguaje apropiado" y dentro del arte, en el caso musical, la comunicación se efectúa mediante frecuencias, ritmos, emociones e incluso otros muchos aspectos que ocurren en el plano interior. Se trata de elementos prácticos sobre los que Airán Beltrán quiere poner el foco en "Cuestión de Tempo", que son igual o más importantes que los conocimientos académicos, tal y como demuestran leyendas como Paco de Lucía: "gente que abrió caminos desde la práctica, la experiencia y la escucha personal".
La idea que le llevó a escribir las primeras líneas germinó a raíz del hábito de observar cómo la naturaleza, la vida misma, se abre paso entre los artificios humanos. Beltrán se preguntó: "¿cómo transmito que todo es cuestión de tiempo, que lo que parece débil realmente es lo más fuerte?", puesto que "el asfalto solo se mantiene mientras que venga otra persona a echar más".
Después de haber estado buscando opciones para publicar este libro, Airán Beltrán decidió editarlo él mismo e implicar a otros profesionales con los que tuviera un nexo, como hizo Maiki con la maquetación desde Cantabria. Fiona García, que reside en Barcelona, se encargó de los diseños que se reproducen en la cubierta y en la contraportada: "a nivel personal, que sus ilustraciones estén en el 'librito' es un regalazo". De la misma manera, el bajista, compositor, arreglista y maestro de música Gustavo Gregorio firma el prólogo, que dio clases al propio autor en su etapa como alumno en la escuela creativa de Madrid, hace más de diez años, una experiencia que "fue tan genial" que a día de hoy mantienen la relación.