Suena la sirena que anuncia el comienzo. Por delante, entre 15 y 25 pruebas que se tienen que solventar en el menor tiempo posible. Un solo error echa fuera de la competición a aquellos que llevan más de un año preparando este recorrido casi a diario y allí, entre competidores de cuatro patas y sus acompañantes, estaban ellas, las que se subieron al podio.
Silleda albergó el Campeonato Galego de Agility, una cita en la que las duplas compuestas por perros y humanos compitieron en una disciplina en la que “un error te hace estar fuera”, y en la que Menchu Iglesias y Sonia Ramos, con Fada y Nara, respectivamente, dejaron claro que en Lobos de Naraío saben lo que hacen. La primera se volvió a casa con un oro en la categoría de Paragility, mientras que la segunda luce la plata en la modalidad sub 20.
Ramos y Nara llevan 10 años compitiendo y el año pasado llegaron a nivel nacional. “Es una cosa única, una pasión. La conexión que te da esto no la consigues estando en casa o yendo a dar un paseo”, explican. Y es que estas mujeres remarcan la capacidad de comunicación que tienen con sus mascotas que en función de el movimiento de una pierna, una mirada o una sola palabra pueden saber “si les duele una uña de la pata derecha trasera”, comentan entre risas.
Como se puede imaginar, los días malos influyen, tanto si son de bípedos como de cuadrúpedos. Ramos sabe de lo que habla, pues en este deporte cometer un fallo no baja puestos o penaliza, sino que directamente descalifica, y ella lo vivió hace poco. “Iba muy bien y en la penúltima valla me confundí yo, no Nara, y nos dejé fuera de todas las opciones que teníamos que tener”.
“El Agility es un cúmulo de muchas cosas. No es saltar una valla, como se escucha decir por ahí, sino que te puede tocar hacerlo de frente, en 180 grados, salir a la derecha o a la izquierda”, explica Iglesias, recalcando la capacidad de comunicación entre especies. “Este trabajo”, explica, “conlleva un vínculo que requiere de mucho tiempo. Tienes que premiar y jugar mucho y conseguir que esto sea divertido para el perro”, concluye.
En este sentido, desde la gerencia de Lobos de Naraío, Javier Sánchez recalca la importancia del juego. Es más, explica que “la mejor manera de parar el entrenamiento es cuando más se está divirtiendo, porque así mañana tendrá más ganas de volver”.
Sin embargo, a veces lo que juega en contra es, curiosamente, el factor humano, ya que “es la gente la que no tiene tolerancia a la frustración”, explican en relación a una disciplina que, en proporción, “tiene mucho trabajo para tan poca recompensa”.
“Es más fácil echarle la culpa al perro de que no saltó la valla para el lado que tú querías que tú darte cuenta de que no estabas bien colocado”, explican, a lo que hay que sumar que “este es un proceso lento”. Puedes tardar uno o dos años en hacer una pista”.
La perseverancia de los dueños, comentan, es una cuestión clave, cosa que se ve en su lugar de entrenamiento donde “la gente viene y ve que igual tienes que pasarte unos meses con ochos en las vallas hasta que tú, humano, aprendes a mover tu cuerpo para que tu perro te entienda, ¿sabes? Y la gente, pues, dice: ‘Demasiado trabajo’”, explica Iglesias.
A pesar de la conciencia que tienen en relación a todas estas cuestiones, y conociendo de primera mano las situaciones más complicadas que se pueden dar en el Agility, ambas optan por reír a día de hoy, tomándose esta como una “vida de perros” de vez en cuando.
Sin ir más lejos, Iglesias, oro en su categoría, confesaba que en Silleda hubo un “momento de pánico” cuando fue ella la que se equivocó dando una instrucción a Fada; sin embargo, este border collie supo reaccionar a un momento “en el que mi cerebro fue por un lado y mi boca por otro.
Se paró y me miró diciendo: ‘O una u otra, aclárate’”, y finalmente solventaron una incidencia que podría costar una eliminación. No obstante, ambas sabían que había un sitio en el podio para ellas y, a su izquierda, aunque fuera otra categoría, las respaldaban Sonia y Nara.