los presos y presas de ETA ya no quieren más homenajes. Parece que se cansaron de ser recibidos como héroes o, tal vez, es la exigencia que Arnaldo Otegi les hace para seguir con su fructífera relación con Sánchez (fructífera sobre todo para los abertzales). Y los presos bajan la cerviz y acatan órdenes. Lo hicieron cuando les señalaban los objetivos a los que descerrajar un tiro en la nuca y lo hacen ahora que en lugar de usar balas usan los escaños de Bildu para lograr lo que buscan. Es bueno que adopten esa decisión, como lo es que ya no asesinen a sangre fría, pero tanto dolor provocan esos homenajes como su lenguaje aséptico y mezquino. Los presos de la banda reconocen que ese “dolor” se ha producido por “las acciones de nuestra militancia del pasado”. Eso es lo que dicen en su comunicado, pero esas “acciones” son asesinatos, siempre injustificables y siempre brutales. Es bueno que no humillen a las víctimas públicamente, pero podrían hacer algo más.