El odio a Madrid vuelve a escena

Los socialistas siguen empeñados en perjudicar a los madrileños por la vía de dañar al gobierno de la Comunidad de Madrid. Creen que rebajando las cantidades a que tendría derecho tanto de la financiación autonómica como de los fondos europeos, impulsando un impuesto específico o tachando a Madrid poco menos de paraíso fiscal, los ciudadanos de otros territorios van a tragar la patraña y quizás lograr que el éxito de Ayuso no se repita en otras comunidades en unas próximas citas electorales.

Puig y Armengol ya pusieron hace días sobre la mesa el invento de ese nuevo impuesto con la excusa que recaería únicamente sobre los “ricos”. El ministro Escrivá se sumó a la fiesta del desatino el jueves pasado y el viernes fue desautorizado por la propia ministra de Hacienda. La propuesta es tan burda y tan ilegal que no les ha quedado más remedio que salir al paso, “no ha estado ni estará en la agenda”, decía Montero.

Y lo ha hecho, porque las intenciones de asfixiar a Madrid van por otro lado. Y eso sí, siempre con la mirada puesta en contentar a sus socios de gobierno y del Congreso para seguir en el poder. No les funcionó en las elecciones del 4 de mayo, pero parecen empeñados en seguir por el mismo camino.

Madrid es la comunidad que más destina al fondo de solidaridad. De hecho, mientras cada madrileño aporta 653 euros, cada valenciano recibe 240. Igual el señor Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, les tendría que explicar a sus ciudadanos por qué con impuestos altos tiene que recibir de la solidaridad de otros, tiene más deuda y menos actividad económica que Madrid. Y que Madrid, gracias a política de impuestos más bajos y a una buena gestión de las cuentas públicas recauda más y atrae más inversión y empleo.

La armonización fiscal para los socialistas ha sido desde hace tiempo sinónimo de igualar por arriba. Eso desde que se han vuelto centralistas, después de vendernos durante 40 años que son federalistas. Todos iguales, pasando por alto que las leyes permiten una cierta autonomía fiscal a las comunidades.

Ahora, conviene vender igualdad para sucumbir al chantaje de independentistas, nacionalistas y demás grupos y grupetes que apoyan a Sánchez, que necesita que sigan haciéndolo para continuar en La Moncloa. Veremos si pagar toda esa fiesta de gasto es posible y si será suficiente para aplacar las ansias del chantajista. La recuperación es hoy un rebote lógico, después de la mayor caída de la historia reciente, y está por ver que sea sostenible en el tiempo, al menos el que Sánchez necesita para llegar al fin de la legislatura.

El odio a Madrid vuelve a escena

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