Mal comienzo

Isabel Rodríguez flamante ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, empieza mal. No contesta a la pregunta de sí Cuba es una dictadura. Quienes sí lo saben son los miles de cubanos que desesperados por la crisis social agravada por la pandemia y la falta de libertad que padece la isla tras más de sesenta años de régimen comunista han salido a las calles de varias ciudades gritando “Patria o vida”. La crudeza de la represión que están sufriendo los manifestantes -hay cientos de detenidos, entre ellos la periodista Camila Acosta, corresponsal de ABC-, ni puede ser ignorada ni tampoco reducida a la frialdad del comunicado diplomático con el que hasta el momento ha despachado la situación el también recién nombrado ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares. O el propio Pedro Sánchez limitándose a decir que no es una democracia.

La presencia en el Ejecutivo de cinco ministros de Podemos, explica la servidumbre del Gobierno ante la crisis por la que atraviesa Cuba. Que los comunistas que forman parte de la coalición que preside Pedro Sánchez defiendan la dictadura cubana no debería arrastrar al conjunto del Ejecutivo en nombre del que se pronuncia su portavoz.

Quien firma estas líneas vivió de cerca en La Habana en el verano de 1994 las protestas contra el régimen que han pasado a la historia de la isla como “El Maleconazo”. Hubo enfrentamientos con la policía y saqueos en los comercios de la Habana Vieja. La situación obligó a Fidel Castro a bajar hasta el Malecón a encararse con los manifestantes. Su carisma y el haber dejado partir a muchos en balsas improvisadas, paró las protestas.

Por lo que hemos visto, las protestas de ahora son más numerosas. Miguel Díaz-Canel, el actual presidente, no es Fidel y carece de carisma. Su reacción ante las protestas amenazando con más represión, no auguran nada bueno. Joe Biden ha sido claro instando al régimen castrista a que escuche las protestas de los cubanos y atienda sus necesidades. Mientras tanto, el Gobierno de España mira hacia otro lado escondiéndose tras un tuit de Exteriores que no habrá preocupado en demasía en La Habana y con una portavoz que ha perdido la oportunidad de demostrar que con el cambio de Gobierno había cambiado la mala costumbre de sus antecesoras de no llamar a las cosas por su nombre. Mal comienzo.

Mal comienzo

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