Mal que nos pese, Francia sigue siendo, en ciertas cuestiones, un paraíso para los jóvenes españoles. En los sesenta cruzaban la frontera para ver películas prohibidas por la dictadura y ahora la cruzan para vacunarse. El sistema sanitario francés les permitía coger cita para recibir la primera dosis en ciudades como Biarritz, Hendaya o San Juan de Luz con solo su DNI y sus datos de contacto. Eligiendo incluso fecha, hora y marca de vacuna. Y ha pasado lo inevitable, que la avalancha de reservas ha sido tal que Francia ha cerrado el grifo. Fue bonito mientras duró.