CUENTAN los viejos, y por Galicia hainos a feixes, que antaño las leiras se abonaban con marisco. Eran los tiempos previos a la llegada de Ramón y del Fertimón y a que se inventara la nouvelle cuisine, momento en el que alguien descubrió que los bichos estaban demasiado ricos como para usarlos para que creciesen as patacas. Desde ese momento su precio no dejó de subir. Algo parecido sucede con el pulpo. No es un animal que entre por la vista, pero cocido y aderezado con pimentón y aceite se convierte en pura delicatessen. Los científicos están a punto de conseguir que su precio baje, pues los ensayos que se realizan en Vigo con cefalópodos probeta avanzan de maravilla. De hecho, Lourditas y Goliath, los dos ejemplares con los que empezaron las pruebas hace un año, serán padres –primerizos– en el plazo de un mes. Después, a continuar con la reproducción y en dos días San Froilán será una fiesta para pobres de solemnidad. FOTO: un pescadero de la plaza de lugo muestra un pulpo en su puesto de venta | aec