se está convirtiendo en una maldita tradición que una conductora ebria, o bajo los efectos de estupefacientes acabe empotrando su vehículo contra un grupo de ciclistas. Es evidente que en España falta mucha educación vial. No es de recibo que, a estas alturas, haya que seguir concienciando a los conductores de la necesidad de que se abrochen el cinturón de seguridad, que señalicen los cambios de carril o que lleven a los niños sujetos en los asientos. Por ello, no es de extrañar que todavía sean muchos los que ven normal ponerse al volante tras haber consumido alcohol, drogas o ambas cosas a la vez. Tal vez, si la legislación fuera más dura con los infractores se conseguiría erradicar una práctica que cuesta vidas.