Una patria para los apátridas

Aseguran que en la puerta de entrada al domicilio de Artur Mas se encuentra un felpudo con una leyenda: “Bienvenido a la república independiente de mi casa”. Ni maldad, ni ocurrencia… sólo una premonición. La voluntad independentista, mostrada de manera incontestable por los catalanes, tiene una incógnita despejada: el president no pilotará ninguna nave con destino a Puerto Independencia. Ha quedado finiquitado por la CUP, por sus socios, por la judicatura y por el 3%. Convergencia deberá buscar otro conseller en cap, pero sin “cap”. 
Tras el estrepitoso fracaso del PP, se reunió el Comité Ejecutivo situado entre “Sálvese quien pueda” y la almodovariana “hombres/mujeres al borde de un ataque de nervios”. A Rajoy le han regalado unos crayones –lápices de colores– para que se entretenga en las paredes de Moncloa y así deje de “joder con la pelota” y no rompa más la vajilla. El señor Aznar que “parlaba catalá en la intimidad” critica que a la quinta le siguieron dando al PP, pero llega muy tarde. Al inquilino de Moncloa ya no se le espera (bajo medicación intelectual y en búsqueda de nacionalidades perdidas). En estos momentos es muy peligroso tener razón cuando el Gobierno se equivoca, ya que está en paranoia y los daños colaterales de una estampida serían nefastos para un país deprimido por la miseria.
Es inaudito; el PSOE-PSC festeja los peores resultados en su historia reciente. En la sede de Ferraz se descorchaba cava, al tiempo que Iceta, en Barcelona, volvía a bailar la yenka en el estrado (de lo mejorcito de esta aburrida campaña catalana). Comentan en las redes que están intentando que fiche por “Gran Hermano”, el tío tiene mucho juego… Pues nada, adelante, que siga el cava. Si algo está claro es que el bipartidismo está en caída libre. Ciudadanos, el gran vencedor… entre los perdedores, flipaban ante los micrófonos, incluso la sequedad de algunos labios llevaba a equívocos, aunque para no ser mal pensados, sólo estaban “sedientos de éxito”.
Pablo Iglesias asumía la derrota sin paliativos y en un alarde de sinceridad admitía que “no recordaba el nombre de la agrupación a la que respaldaba”. Es lo que pasa con tanto programa y la equidistancia entre las dos orillas, que se les fue el título. ¡Unió… desapareció! La CUP, esos sí que flipaban, resulta ser que por un delirio de los acontecimientos se han convertido en el croupier de la mesa de póquer que se va a jugar en el Palau de la Generalitat, cual “vaporeto” del Misissippi. Los tahúres se dirigen hacia allí, mientras, comenzaron las “yoyas” al president, indicándole que vaya buscando otro alojamiento.
Debemos reflexionar que cuando algo se parece a lo que creemos que es, es muy posible que sea lo que parece. Cataluña es una nación, con un reconocimiento implícito de una trasnochada Constitución española. Los catalanes han hablado alto y claro. Hartos de tanto ser maltratados por el Estado español, piden la cuenta y se van. La pelota está en los  tejados de Madrid y no en instancias judiciales inoportunas.

Una patria para los apátridas

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