si queda algún tiempo en los medios audiovisuales y algún espacio en los periódicos después de dedicación tan intensa a la cuestión catalana, hoy deberían dejar un rinconcito para informar de la vuelta a las aulas de miles de escolares gallegos que comienzan un nuevo curso escolar que representa una etapa más en su formación.
La educación determina el futuro del país. Transmitir a los alumnos el cúmulo de conocimientos de las materias programadas, enseñarles a ver e interpretar lo que ocurre a su alrededor y en el mundo e inculcarles la cultura del esfuerzo y de la formación permanente a lo largo de sus vidas es clave para configurar el modelo de sociedad del mañana. Los escolares que entran hoy en las aulas están llamados a ser los líderes y rectores de esa misma sociedad en la empresa, en la política, en la propia enseñanza y en todos los ámbitos sociales.
Los colegios gallegos abren las puertas con normalidad. Todo indica que la consellería, para evitar sobresaltos de última hora, hizo una buena planificación, incluido el transporte y la reorganización logística de centros que garantiza la atención pedagógica de los alumnos en la nueva ubicación, según sentencia el TSXG en el caso del CPI Monte Caxado de As Pontes.
Pero Galicia no es ajena al clima de incertidumbre que rodea la enseñanza en la que todo es provisional, con una Lomce descafeinada, llena de parches, remiendos y moratorias que crea inseguridad en familias, profesores y alumnos cuyo futuro depende de que los políticos, las autonomías y los agentes sociales se pongan de acuerdo.
Lamentablemente, el acuerdo no está cercano porque estos actores, más que pensar en la formación de los escolares, están enrocados en la defensa de sus posiciones ideológicas y no consideran la educación como un “asunto de Estado”. La Subcomisión creada en el Congreso para el Pacto Educativo lleva meses vegetando, sin avances, mientras España sigue contando con 17 sistemas educativos descoordinados, con disparidad de calendarios, diversidad de programas, libro de texto y nula homogeneización curricular. Un caos.
Da pena ver que el único consenso alcanzado fue para que los escolares puedan pasar de ciclo con asignaturas pendientes, lo que equivale a dar validez oficial al fracaso escolar que algunos creen combatir negándolo, rebajando las exigencias o regalando títulos. En esta situación estamos. Parafraseando la letra del himno inglés, que Dios salve a la educación.