Las películas han elevado al grado de mito el estereotipo de los escoceses como borrachines. Sin embargo, algo de verdad debe de haber detrás del tópico ya que el Gobierno de Escocia ha decidido instaurar un impuesto para que suba el precio de las bebidas e intentar evitar su consumo. Tampoco es que los habitantes de las “Tierras Altas” se vayan a quedar en la ruina para poder seguir empinando el codo, ya que la tasa establecida es de 50 peniques, unos 57 céntimos de euro. De este modo, la botella más barata de vino tinto costará casi seis euros y las botellas de whisky no se podrán vender por menos de 15,90 euros. Además, con la medida se pretende reducir la conflictividad en Escocia, ya que la mitad de los delitos que se cometen en la región están relacionados con el consumo de alcohol.