LOS PECADOS CAPITALES

Hace muy pocos días falleció en Uruguay un gran amigo de La Coruña y eminente escritor e historiador: Fernando Díaz-Plaja, a los 94 años. Fue entrañable amigo del también desaparecido librero coruñés, Fernando Arenas. Ambos bromeaban con la coincidencia de su nombre y los dos estuvieron presentes por tres veces en la Feria Mundial del Libro de Frankfurt, la más importante del planeta Tierra.

Cuando venía a La Coruña a presentar sus libros, era huésped de honor del gran Fernando Arenas y por la hemeroteca de El Ideal Gallego han de estar algunas de las 15 entrevistas que le realicé al ilustre escritor, autor de, entre otros, el libro “El español y los siete pecados capitales”, monumental “best-seller” que hizo rico y famoso a Díaz-Plaja, al retratar con gracia y amabilidad algunas de nuestras costumbres más castizas.

Díaz-Plaja nació en Barcelona y era un auténtico y elegantísimo caballero. Aparte de su trabajo como ensayista y narrador, fue un viajero incansable, dio la vuelta al mundo en tres ocasiones y conoció más de cien países. Además, hablaba seis idiomas (español, italiano, francés, alemán, inglés y portugués) y dominaba el catalán. Era un gran entusiasta de la caza, la esgrima y la cocina francesa, y tenía una gran cultura: se jactaba de haber encontrado 37 faltas en “El Quijote”.

Díaz-Plaja repitió el éxito con los pecados capitales franceses, norteamericanos e italianos. España le dio para mucho: escribió sobre nuestra afición a las tertulias, sobre la vida cotidiana en tiempos de Franco, sobre sus recuerdos de la Guerra Civil. Fue corresponsal en países europeos y supo acercar al público español un mundo que no estaba tan lejano.

Su curiosidad se plasmó también en su faceta de historiador. Escribió, entre otros, la biografía de la gran Teresa Cabarrús, otra sobre el abate Marchena y así sucesivamente. Además, fue un gran memorialista. Cuando venía a La Coruña tenía dos citas ineludibles: visitar el jardín de San Carlos y comer en Fornos con Fernando Arenas una riquísima mariscada. Descanse en paz.

LOS PECADOS CAPITALES

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