El tierno herbicida Pablo Echenique –“yo soy muy del amor y esas coas, pero la mala hierba hay que extirparla”– cargó una ofensiva contra Vox y el tiro le salió por la culata. Calificó de golpistas con pistola a los generales que ha reclutado Santiago Abascal como cabezas de lista –“El 23-F entraron al Congreso disparando. El 28-A quieren entrar votando”– y le cayó encima un fuego graneado que lo hundió. Lo menos que hicieron los tuiteros fue recordarle que en la legión podemita forma el camarada general, el exjemad Julio Rodríguez, apodado “Julio el rojo” en los cuartos de banderas desde que decidió vestir el uniforme morado. Echenique envainó el sable y se refugió en el silencio. Qué poca gallardía y qué poca memoria; solo con recurrir a la antología de frases célebres del exgeneral hubiese callado a sus atacantes, pues el bizarro militar ourensano llegó a asegurar en su día que “las bombas de izquierdas son de auxilio, no para causar daño”, de lo que se deduce que las de Vox son para provocar destrozos.