ARCO

La idea de que las artes y la cultura son territorios de progreso, de vanguardia, de tolerancia y defensa de los derechos humanos es un mito. La historia ha sido indulgente con los grandes hombres de la cultura pero no ha dudado en esconder bajo un manto de olvido a las mujeres artistas.
La reciente cita con el evento nacional más importante dedicado a las artes, la feria ARCO, es un buen ejemplo de la distancia que existe entre esta leyenda y la realidad. La vanguardia de las obras expuestas no parece conjugarse con los tiempos que corren en materia de igualdad de oportunidades para mujeres y hombres. Como ha sucedido siempre en la historia, ellas aún están en una categoría inferior, faltas de reconocimiento y con dificultades para exponer en galerías y museos...
Tenía, pues, todo el sentido que cerca de 70 artistas se pasearan por los pasillos de Ifema con el icono del geolocalizador de Google a modo de sombrero. Una forma de llamar la atención de los visitantes. “Aquí estamos”, “existimos”, es el mensaje que todas ellas quisieron hacer llegar a los miles de visitantes.
Las cifras lo dicen todo: del conjunto de las obras expuestas en ARCO 2018, solo el 5% corresponde a artistas femeninas. Sin embargo las facultades de Bellas Artes están ocupadas de manera mayoritaria por chicas, con niveles que superan el 60% en algunas universidades.
Salen de las aulas con el impulso y valentía de la juventud pero el paso de los años hace que sean muy pocas las mujeres mayores que puedan dedicarse en cuerpo y alma a su pasión. Si vivir del arte es difícil para un varón imagínese lo que eso supone para una mujer.
La historia tiende un velo a los centenares de creadoras que, pese a las prohibiciones, dedicaron parte de sus vidas a las artes. No podían acudir a las academias, no podían asistir a clases de pintura, fueron autodidactas y, en la gran mayoría de los casos, sus maridos debían firmar las obras para poder exponerlas. Ya no hablemos de venderlas...
El Prado, uno de los museos más importantes del mundo, tiene ya más de dos siglos de historia. A pesar de ello sólo hace dos años que organizó una exposición monográfica dedicada a una pintora, la flamenca Clara Peeters. ¿Cuantas obras de pintoras estarán enterradas en los sótanos del Prado, del Louvre, de la National Gallery esperando ser rescatadas del olvido?
Las artistas que se manifestaron en ARCO no miran al pasado. Ellas son el presente y su acción debe ser tomada como un aviso: estamos cometiendo el mismo error que nuestros antepasados, esos genios del arte y la cultura que, consciente o inconscientemente, despliegan una vez más la sombra del olvido sobre las nuevas figuras femeninas. Y una vez más… “el hombre es el único animal que tropieza…”.

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