La descoordinación no tiene ni tiene ni padre ni madre

ES de sobra conocido que la concejala de Bienestar Vegetal, María García, biotopo pata negra, sufre un desarreglo del comportamiento que es justo la antítesis del síndrome de Diógenes. A ella no le gusta acumular basura en su casa, sino que le encanta que esté espallada pola Coruña adiante. Lo ocurrido con la alfombra floral en honor de la Virgen del Rosario tiene que haberla destrozado. Dos horas, solo dos horas, permanecieron los pétalos a la puerta de la iglesia de Santo Domingo. ¡Así es imposible dar continuidad a la política municipal! Por lo demás, todo sin problemas. Hubo un error de coordinación. Eso sí, de desvelar el eslabón de la cadena que se descoordinó nada de nada. ¡Lástima de funcionarios a los que echarles la culpa! Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, tampoco señaló a nadie –faltaría más–, puso cara de duelo y aseguró que lo ocurrido era una desgracia. Desgracia es lo que lleva ocurriendo en A Coruña desde hace más de tres años y no solo con la basura. Ojalá fuese solo con la basura.

La descoordinación no tiene ni tiene ni padre ni madre

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