La radio de siempre

Recientemente visité a un amigo que se recupera en su domicilio de una intervención quirúrgica que le llegó en el momento que superaba un proceso patológico severo. Ese día mi visita coincidió con la presencia de un médico y una enfermera. Esperé a que terminasen su trabajo y le pregunté a su esposa que quiénes eran. Y con total normalidad me respondió: “Es uno de los equipos de HADO perteneciente al Servicio Galego de Saúde”. Mostré mi sorpresa y requerí más información.

Los nuevos datos me los facilitó mi amigo postrado en un sillón y con muchas ganas de fumar puesto que durante su vida laboral fue, como yo, un gran fumador. Yo lo dejé por convencimiento hace ahora cerca de cuatro décadas, y él por prescripción facultativa.

Cuando abandoné el domicilio de mis amigos me interesé vivamente por el tema. Me puse en contacto con el Sergas y un técnico a través del teléfono me dijo que las actuales demandas, principalmente de pacientes mayores y con enfermedades crónicas o los dados de alta después de una operación, requieren de nuevos servicios sanitarios y que “estos sean prestados en el lugar más próximo y amable para los pacientes, como es su domicilio”, me puntualizó. Y en ese momento me habló del plan de Hospitalización a Domicilio (HADO). Un sistema que acerca a los ciudadanos el tratamiento hospitalario en su propio domicilio de manera efectiva y segura. Se trata de la sustitución del hospital en aquellos pacientes para quienes, por su enfermedad o evolución, el hecho de recibirlo en su casa es la mejor opción asistencial.

A la semana siguiente volví a visitar a mi amigo y nuevamente me encontré con el médico y la enfermera. Abajo, en la calle y pegado a la acera, un coche de pequeña cilindrada con el que se mueven para hacer a lo largo de una jornada laboral un importante número de visitas.

Muchas de esas personas que protestan por el mal funcionamiento de la Sanidad pública me gustaría que conocieran HADO. Estoy seguro de que cambiarían de opinión.

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