Sobre la amnistía del 77

Honor y gloria a las victimas del franquismo. Las de la guerra civil y las de la posterior dictadura. Lo merecen, a falta del respeto y la consideración que la flaca memoria del tiempo democrático no siempre les ha dispensado.
Pero creo que no viene a cuento pretender a estas alturas formular una revisión crítica del espíritu que alumbró la Ley de Amnistía de 1977, avalada por la izquierda como exigencia democrática de aquel momento histórico. Y así lo ha entendido una mayoría del Congreso, al rechazar una proposición de ley impulsada por Podemos y los nacionalistas.
La propuesta consistía en añadir al texto de la que se aprobó hace más de cuarenta años (en el articulo 9) un párrafo que excluyese de la amnistía a “las personas responsables de haber cometido delito de genocidio, lesa humanidad, delitos de guerra y otras graves violaciones de los derechos humanos”.
Estamos ante un intento fallido de señalar a los tribunales una vía para el enjuiciamiento de los crímenes franquistas. Una pretensión fundamentada en la doctrina del Comité de Derechos Humanos de la ONU, que se encarga de hacer cumplir el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. En enero de 2009 recomendó a España la derogación la Ley de Aministía, recordando que “los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles” y que las amnistías son “violaciones graves de los derechos humanos son incompatibles” con el mencionado Pacto.
Hago mías las razones expuestas días después por el Gobierno español, presidido entonces por Rodríguez Zapatero. En un comunicado oficial lamentó la posición del Comité y la atribuyó al “desconocimiento del origen y significación social de la Ley de Amnistía”. El Comité –decía– “está descalificando una decisión respaldada por toda la sociedad española que contribuyó a la transición a la democracia en España. Fue una demanda de toda la oposición una de las primeras leyes aprobadas por consenso en las mismas Cortes que aprobaron la Constitución”.
Más o menos, esos son los argumentos utilizados por el grupo parlamentario socialista, alineado en esta ocasión con el PP y Ciudadanos, para oponerse a la propuesta de Podemos. De manera que la Ley de Amnistía de 1977 seguirá vigente, tal y como fue alumbrada cuando los españoles estaban recuperándose del hambre atrasada de libertades. Con solo dos votos en contra en el Congreso y por unanimidad en el Senado.
Respecto a su espíritu original, sirva el recuerdo de lo que dijo entonces el gran Marcelino Camacho, en nombre del grupo comunista. Dijo que la Ley respondía a una primera propuesta del PCE, resultado de una línea “consecuente con la política de reconciliación nacional de nuestro partido”. Y más adelante: “La pieza capital de esa política tenía que ser la amnistía. ¿Cómo podríamos reconciliarnos los que nos hemos estado matando, si no borrábamos ese pasado de una vez para siempre?”.

Sobre la amnistía del 77

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