Después de estas elecciones ya toca una actuación democrática de progreso. Actualizar la Constitución del 78 a las nuevas generaciones y hacia el futuro de esta era digital. Progreso de todos los ciudadanos soberanos, no solamente progreso de algunos de los cuadros de los partidos. Igualdad en derechos y obligaciones para todos, sin privilegios endogámicos ni de mafias enquistadas en los partidos y chiringuitos institucionales.
Muchos de los analistas políticos, y los siempre cansinos periodistas del neo-movimiento del actual régimen del 78, que acaparan los medios de comunicación, como lo hiciera el viejo modelo de la dictadura, continúan con un lenguaje de su leyenda aurea para el bloque de izquierdas y, de su leyenda negra para el bloque de derechas.
Hoy un joven líder, de los nuevos partidos que liquidaron al bipartidismo, ha dado en su discurso de despedida, una lección antológica de lo que debe ser el comportamiento democrático de progreso. Son muchos los aspectos que matizó y se deberían de analizar de su discurso. También, de su postura, de cara a una nueva transición imprescindible, para alcanzar una profunda revisión de la Constitución del 78. No de los valores de esa constitución, sino de los procedimientos envejecidos y retorcidos que no comparte casi nadie de la ciudadanía soberana actual.
Continuar el envenenamiento de odios pasados, es una cortina de humo que solamente pueden alimentar ciertos líderes que, ya deberían haber dimitido por los sistémicos hechos de lo que llaman el bloqueo de gobierno. En el fondo, todos sabemos que se trata de acometer una profunda reforma, que ya viene viciada por los hechos de algunos intereses creados por una fracasada clase política, que ya sin argumentos, ha sido la del antiguo bipartidismo de rojos y azules.
Pondré un ejemplo real. Este año no pude viajar a Galicia, mi tierra natal, donde todavía tengo a la mayor parte de mis familiares. El motivo fue porque la Sanidad en España funciona por autonomías, en donde el historial médico de cada paciente no es estatal. La Sanidad funciona de hecho como si España fuese una federación de estados independientes. Para ser atendido, en adecuadas condiciones, me tendría que empadronar en Galicia, y darme de baja en Madrid, y luego comenzaría mi historial en ese momento. Yo tendría que reconstruirlo como un nuevo ciudadano en otro país. En definitiva, existen muchos topicazos y etiquetas falsas, que son bien alimentadas por los opresivos medios del neo-movimiento del régimen del 78. Me explico, en España no hay una Sanidad única, hay diecisiete Sanidades diferentes, tanto en calidad, como en servicios, como en inversión y atención al paciente. No somos la mejor Sanidad del mundo mundial, ni siquiera lo somos de Europa. Si lo fuéramos, no estarían emigrando tres mil de nuestros médicos cada año.
Para el Eurohealth Consumer Index en el año 2018 España ocupaba el puesto 18 de 35 países estudiados. Estas cifras contrastan con nuestra creencia de que poseemos una de las mejores Sanidades del mundo, e indican que debemos aplicar urgentemente cambios en el Sistema. Claro que, estos periodistas, de estómago agradecido, no hacen periodismo documentado, actúan como viejos comisarios de guerra a las órdenes de la voz de su amo. Será difícil superar la situación de la actual Sanidad en España, pero en la anterior transición se comprendió que los tiempos habían cambiado y no hubo bloqueo ante la necesidad de futuro. Se pusieron de acuerdo partidos muy antagonistas.
Supongo que hoy, la nueva transición pasa por otros pactos, no creo ahora de la Moncloa, tal vez del Consejo de Estado, institución que con su intermediación, debería tener la autoridad ética para llevarla a cabo. Sí, del Consejo de Estado, pues los partidos como su nombre indica, nunca tendrán interés de estado, pue su voluntad será siempre partidista. Sabemos, que estos nuevos pactos serán difíciles de alcanzar con los actuales y empecinados líderes, que viven en una realidad paralela a la de los ciudadanos soberanos, la de los dos viejos partidos del régimen del 78. La responsabilidad no es exclusiva de los líderes de estos partidos, fundamentalmente es de sus afiliados y de sus cuadros, que no pueden continuar imponiendo su voluntad atornillados a sus poltronas, mientras el barco hace aguas por muchas partes. Es un clamor el cambio de la Ley Electoral. Es un clamor los aforados en España, en comparación con otras democracias europeas. Es un clamor el paro sistémico. Es un clamor la presencia de minoritarios partidos con una misma ideología, solo para sangría económica.